Si algo colapsó al destaparse la olla de corrupción en PDVSA es el discurso de las sanciones usado por el régimen para justificar la devastadora crisis económica de Venezuela. Si ya era un discurso enmohecido y lánguido, ahora perdió cualquier fundamento, ante las pruebas indiscutibles de la entrada de exorbitantes sumas de dinero que hay a través de PDVSA y de otros negocios como el de los alimentos, pese a que de eso los venezolanos solo pueden probar las menudencias de las bolsas CLAP.
El régimen
intentó desviar la atención hacia la coreografiada audiencia de presentación de
los sospechosos, vestidos con bragas naranja y fingiendo estar esposados, en lo
que parecía más un show preparado para ser filmado por las cámaras de VTV. Una
escena dispuesta para hacerles ver a sus clientelas chavista que el gobierno
lucha contra la corrupción “caiga quien caiga”, como dice el eslogan que
quieren posicionar en la antesala del próximo fraude electoral.
El régimen
olvidó el discurso de las sanciones que ha venido inoculando a sus seguidores,
según el cual el enemigo está en la oposición, que supuestamente ha pedido
sanciones; y en el gobierno de Estados Unidos, que las ha impuesto para ahogar
al pueblo venezolano.
En un país
donde el salario mínimo equivale a un poco más de 5 dólares; y la Canasta
Alimentaria se ubicó en el mes de febrero de este año en 388 dólares, de
acuerdo con el Observatorio Venezolano de Finanzas, da vergüenza escuchar a los
voceros del régimen —que tienen más de veinte años en el poder— hablar de que
se sienten indignados ante la corrupción en PDVSA. PDVSA siempre ha sido para
el régimen chavista un inmenso barril de corrupción sin fondo, por lo cual
mirar para otro lado y buscar otros culpables es el ejercicio del más pérfido
caradurismo.
¿De quién es la
culpa de hacer de PDVSA la caja chica de un régimen que se ha dedicado a
saquear a la nación venezolana? Los culpables están entre los más altos
jerarcas del régimen chavista y llegan hasta las más sinuosas sanguijuelas que
se han acercado a ellos para llenarse los bolsillos con el dinero de los
venezolanos. Quienes hoy gobiernan en Venezuela no son políticos. Son hampones
que se apoderaron de las arcas del Estado, de la industria petrolera; que han
robado por más de veinte años y siguen burlándose de su propia gente con
discursos mediocres para justificar el enorme desfalco a la nación.
Ahora el
chavismo simula estar indignado ante semejante riqueza de la que se jactan los
ladrones imputados; de los millones de dólares robados, de las avionetas y
mansiones incautadas, de las redes de prostitución develadas. Pero no solo
olvidaron el discurso según el cual no entraba dinero a PDVSA por las sanciones
impuestas a Venezuela; también olvidaron que esos ladrones imputados son los
más emblemáticos representantes de la degradación moral y política en Venezuela
conocida en los bajos fondos con el remoquete de Revolución Bolivariana. La
cual todos ellos, sin excepción, han celebrado y de la cual han vivido.-
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