Es una
paradoja que en el momento de mayor debilidad del régimen chavista no se
vislumbren vías claras para salir de él.
La economía está destrozada. Toda la infraestructura médico asistencial
está destruida. Muchos servicios públicos han prácticamente desaparecido. La
inmensa mayoría de los venezolanos que responsabiliza al régimen de este
desastre y se define como antichavista concentra sus esfuerzos en las tareas de
supervivencia diaria.
¿Cómo se puede
explicar que en medio de la peor crisis política, económica e institucional que
amenaza con desaparecer a la República y ante el rechazo de la mayoría de los
venezolanos el régimen chavista siga en el poder?
Sin duda,
buena parte de la explicación parte del reconocimiento de que Venezuela no
tiene una Fuerza Armada Nacional. En su lugar lo que existe es una Fuerza
Armada al servicio del Estado chavista y de la camarilla gobernante. Esta
Fuerza Armada que podría reaccionar para preservar la integridad de la
República sólo actúa para someter por la violencia a la población civil.
Igualmente el
aparato institucional no es uno que responde a la nación venezolana. Lo que
existe realmente es una oligarquía de civiles y militares que impone su
voluntad en forma de ley sobre el resto de los venezolanos.
Con una Fuerza
Armada y un Estado al servicio de los intereses del chavismo es imposible e
improbable encontrar vías institucionales para el cambio político, por ejemplo
por la vía de unas elecciones. Cualquier intento de cambio o reforma dentro de
los límites de la Constitución chavista siempre se estrellarán contra el
tinglado judicial, policial y militar que disfraza el abuso y el delito como
actos de Estado y de gobierno.
El control
total de las Fuerzas Armadas, como pilar único que sostiene al régimen, permite
las purgas periódicas y recurrentes para limpiar al órgano de posibles miembros
que potencialmente podrían rebelarse. Aunque nunca se puede descartar un
reacomodo interno dentro de la fuerza militar que cambie la correlación de
fuerzas esto luce improbable al día de hoy por el espionaje y la corrupción
como factores para desalentar cualquier intento de sublevación.
Pero quizás lo
que resume el fracaso para encontrar vías que nos permitan salir del régimen
chavista es la ausencia de una dirección política de la oposición con un
programa de lucha. Hay partidos que quieren entenderse con el régimen. Hay
candidatos presidenciales que quieren seguir viviendo del negocio de reciclar
promesas y fantasías electorales. Lo que no tenemos es una vanguardia que
defina un camino y articule fuerzas para el cambio político.
La ausencia de
esa dirección política de la verdadera oposición venezolana no significa que
tenemos que ceder ante el falso dilema de participar en el fraude electoral o
no hacer nada.
Hay muchas
cosas que los venezolanos podemos hacer para enfrentar al régimen en la calle
sin embarcarnos en luchas letales y estériles como lo han demostrado cientos de
miles en los últimos meses.
El desgaste
institucional del régimen chavista es inevitable y conducirá irreversiblemente
a su implosión definitiva. Pero eso es algo que no sabemos cuándo ni cómo
ocurrirá. Mientras tanto hay que seguir en la calle, protestando y exigiendo
salarios dignos, a pesar de las manías colaboracionistas y electoreras de la
falsa oposición.- @humbertotweets
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