Las ideas de soberanía política plena y autodeterminación de los pueblos son ficciones que adornan declaraciones retóricas y entretienen a políticos y analistas. No existe tal soberanía en virtud de la cual un pueblo o un estado pueden hacer lo que quieran. Se podrán dotar de su propio régimen político pero en sus relaciones con otros Estados lo que en realidad operan son relaciones de codeterminación. Esto es lo que el filósofo español Gustavo Bueno definió como dialéctica de Estados o dialéctica de imperios.
Más allá de
los encendidos discursos populistas en contra de los imperialismos los imperios
han sido, son, y serán parte de la realidad política mundial. Esto lo
entendieron hasta Fidel Castro y Hugo Chávez quienes detrás de declaraciones
furibundas en contra de los Estados Unidos siempre buscaron entenderse y
arreglarse con esta potencia en términos de favorecer a sus regímenes y
cuidadosamente evitar confrontaciones reales que pudiesen provocar una reacción
desmedida.
Venezuela hoy
no es más que una ficha en las confrontaciones que a nivel mundial se
desarrollan entre los Estados Unidos, China, Rusia e Irán. En el contexto de
esa dialéctica de imperios, los EEUU siempre han tenido una influencia
sustancial en la política venezolana, incluso durante el régimen chavista.
Dicho de otra forma, por muy beligerante que parezca todo lo que hace el Estado
chavista, incluso su relación militar particular con Rusia, cuenta con la
anuencia de los Estados Unidos porque de alguna forma cae en la esfera de sus
intereses.
Si nos
remontamos más atrás podremos constatar que, salvo intentos tímidos y
episódicos, tales como el 11 de abril de 2002 y 30 de abril de 2019, los
Estados Unidos siempre ha optado por apostar a un restablecimiento de sus
relaciones con el chavismo en lugar de buscar su eliminación así como lo ha
hecho en forma más resuelta en otros países del mundo.
La política de
Estado de los EEUU hacia Venezuela es una que busca complacer la opinión
internacional desfavorable al régimen chavista al tiempo que ofrece garantías
concretas que más allá de los ataques retóricos estos jamás avanzarán a
confrontaciones de tipo militar. Esto lleva a una política ambigua frente al
Estado chavista que combina sanciones económicas y procesos penales contra los
operadores del régimen con una amplia permisividad para que el Estado chavista
pueda seguir operando a escala internacional sin ningún tipo de contratiempos.
El chavismo ha
logrado navegar en estas aguas turbulentas incluso llegando al extremo de pagar
costosos servicios de lobby para influenciar las políticas de los EEUU hacia
Venezuela durante las presidencias de Donald Trump y Joe Biden. Por eso en
ambas administraciones el Estado norteamericano parecía enviar señales
contradictorias y ambiguas sobre el tema Venezuela. Detrás de esta política
plagada de contradicciones está la postura real de la burocracia del
Departamento de Estado norteamericano frente al régimen chavista en Venezuela:
No hacer nada.
Se ha
especulado que luego de las elecciones de mitad de término en noviembre de este
año el gobierno de Biden buscará afianzar más su relación particular con el
régimen chavista. Y las condiciones que pone el coloso imperial del norte no
podrían ser más amables e inofensivas con el chavismo. Los EEUU solo esperan
que el Estado chavista libere a los ciudadanos norteamericanos presos en
Venezuela y que el chavismo retome las negociaciones con la falsa oposición
suspendidas en octubre de 2021. Pero es que la petición está cargada de tanto
desgano que incluso si los ciudadanos norteamericanos siguen presos unos años
más y el chavismo no sigue negociando con su falsa oposición nada parece
impedir la irreversible suspensión de las sanciones a Venezuela y la inminente
normalización de relaciones entre los Estados Unidos y el régimen chavista.
Solo un
sorpresivo e inesperado retorno de Donald Trump a la Casa Blanca en las
elecciones del 2024 podría abrigar la esperanza de algún cambio en la política
de los EEUU hacia Venezuela. Asumiendo que se trata de un Trump dispuesto a
enmendar las blandenguerías de sus operadores y asesores frente al chavismo y
la falsa oposición venezolana en su primera presidencia. Mientras tanto poco o nada se podrá esperar
del gran imperio norteamericano frente a un Estado chavista que se ha
favorecido ampliamente de una política ambigua y ambivalente desde el norte.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario