En los últimos días se ha difundido el informe de la misión de la ONU dirigida por Marta Valiñas sobre las violaciones a los Derechos Humanos y delitos de lesa humanidad perpetrados por el régimen chavista. Aunque el informe examina exhaustivamente casos ocurridos entre el 2017 y el 2019 resulta evidente que se trata de una práctica sistemática que comenzó con la instalación del Estado chavista y aún se mantiene vigente hoy.
No es la
primera vez que una instancia internacional documenta el uso de la violencia
por parte del Estado chavista para mantenerse en el poder. Ya antes hemos visto
informes suscritos por la propia Michelle Bachelet demostrando cómo el chavismo
usa la violencia en Venezuela con fines políticos. Además de los centenares de
casos que han sido rigurosamente documentados de acuerdo a los estrictos
cánones del Estatuto de Roma hay cientos de miles de casos que han sido
denunciados por las víctimas y sus familiares en medios y redes sociales.
Desde el punto
de vista de la justicia bastaría un solo caso caracterizado como delito de lesa
humanidad para generar una sentencia condenatoria y la aplicación de las penas
y castigos correspondientes. Sin embargo, como la justicia internacional es una
ficción que justifica decisiones tomadas en el ámbito de la geopolítica y la
dialéctica de Estados no es realista esperar que alguna de estas instancias
internacionales o incluso la propia Corte Penal Internacional actúen contra el
sujeto perpetrador del delito que este caso es el Estado Chavista.
En otras
palabras, a pesar de la contundencia de los hallazgos documentados en el último
informe de la misión de la ONU sobre los Derechos Humanos en Venezuela esto
difícilmente conducirá a un castigo de sus responsables. Para que haya un
castigo efectivo países influyentes como los Estados Unidos tendrían que tomar
la decisión de asumir el papel de administradores y ejecutores de esa suerte de
justicia internacional y esto es una decisión que trasciende el terreno de la
justicia para ir directamente a la geopolítica.
El
planteamiento entonces sería una vez conocidas las atrocidades cometidas por
los órganos armados del Estado chavista en contra de la población civil ¿qué
acciones va a tomar los Estados Unidos y los países de la Unión Europea? ¿Están
dispuestos estos países a replantear sus relaciones políticas, económicas y
diplomáticas con el régimen chavista a partir de estas últimas constataciones?
En la práctica
ha ocurrido un ablandamiento de las sanciones económicas contra el régimen
chavista que solo necesita ser sancionada oficialmente por lo que resulta
improbable un regreso a la política de sanciones aún en medio de la
confirmación de los crímenes cometidos por Estado chavista para mantenerse en
el poder.
El Estado
chavista que ante los ojos de los venezolanos y del mundo es un estado
terrorista y criminal es el mismo con el cual los Estados Unidos quiere
entenderse para asegurar suministro confiable de petróleo al tiempo que
privilegia su papel en su confrontación con Rusia. El Departamento de Estado
norteamericano ha llevado de la mano a los operadores de la falsa oposición y
del interinato a insistir en sentarse a negociar con el Estado chavista a pesar
de su demostrada naturaleza criminal.
Se trata del
mismo Estado con el cual la falsa oposición está dispuesta a entenderse e ir a
otro fraude electoral aun a sabiendas que el régimen ha usado y seguirá usando
la violencia sistemática y selectiva para conseguir sus objetivos políticos.
Una verdadera
oposición, honesta y con sentido de historia se plantearía la resolución del
tema de la violación de los derechos humanos y las garantías políticas en Venezuela
como una condición previa para luego abordar lo electoral. Un frente de lucha
social apoyado en gremios y sindicatos sin caer en las tentaciones electoreras
y cortoplacistas con el objetivo de enfrentar por todos los medios al
terrorismo del estado chavista podría lograr valiosos aliados internacionales
esenciales para derrotar a régimen.
Pero mientras
la falsa oposición siga siendo aceptada como la única oposición al chavismo
todo seguirá girando en torno a la superficialidad de lo electoral, desplazando
lo esencial del debate que es la caracterización del Estado chavista como una
entidad que usa la violencia sistemática para imponerse sobre la población
civil desarmada.
¿Para qué otra
cosa podría servir el último informe de la ONU sobre los delitos de lesa
humanidad cometidos por el Estado chavista en Venezuela sino es para entender
de una buena vez que lo que tenemos que buscar es un cambio definitivo de
régimen político y no un mero cambio de gobierno mediante maromas electorales? @humbertotweets
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