La nueva
normalidad que busca el régimen chavista está muy lejos de mostrar una
verdadera recuperación económica o un país estable con oportunidades para todos
cuyo Estado sea garante de la paz y la seguridad. La normalidad que pretende el
chavismo es más la aceptación sumisa del régimen político más nefasto que haya
conocido Venezuela como un hecho irreversible a inmodificable. El plan que
tiene el chavismo no es uno para recuperar a Venezuela sino para atornillarse
en el poder al precio de seguir destruyendo el país. La situación interna y
externa parece favorecer por el momento las pretensiones chavistas.
Internamente
el chavismo ha logrado reducir la falsa oposición a un simple mamotreto
colaboracionista, primer defensor del régimen político y la Constitución de
1999. Con esa oposición dispuesta a participar en los fraudes electorales del
régimen para hacerle el juego no hay ninguna perspectiva real de sacar al
chavismo del poder por medios políticos convencionales. Hacer que la falsa
oposición asuma la defensa del régimen político chavista es quizás el logro
político más importante que haya obtenido el chavismo.
Los intentos
de rebelión civil y militar por sectores que se niegan a convivir con el
régimen han sido sofocados violentamente. Las protestas han desaparecido por
una debilidad material para organizarse y por el descrédito de una dirigencia
política que solo se aparece para tomarse autorretratos.
El régimen
chavista en general y el gobierno de Nicolás Maduro en lo particular han sido
muy eficientes a la hora de purgar a los sectores militares que podrían
rebelarse. Aún persisten temores que dentro del complejo ecosistema de grupos y
pandillas que operan en el régimen chavista algunos se puedan coordinar para
atentar contra Maduro. Pero por los momentos Nicolás Maduro parece tener un
control absoluto de sus Fuerzas Militares a través de Vladimir Padrino López, más
aun ahora que los oficiales más o menos identificados con Diosdado Cabello han
sido retirados o apresados.
Sin una
verdadera oposición política, sin protestas en la calle y con unas Fuerzas
Armadas corruptas y sumisas la situación política interna parece estar bajo
control del régimen. A esto habría que sumar la posición privilegiada que ahora
tiene el chavismo en el concierto internacional donde aun siendo un aliado
militar de Rusia los Estados Unidos insisten en una política de ablandamiento y
levantamiento de sanciones como estrategia para enfrentar al Estado chavista.
El no tener
una oposición interna ni externa le brinda al chavismo una inmejorable
oportunidad para invertir energías en la recuperación del país. Esto parecería
normal por la naturaleza gansteril y criminal de sus componentes. El único plan
que tiene el chavismo es seguir en el poder al precio que sea para continuar
con su empresa criminal. No hay otro.
El discurso
del milagro económico venezolano intenta convencer a los incautos que Venezuela
se está recuperando de la noche a la mañana y como por arte de magia. De un
momento a otro comienzan a fluir ríos de dólares y a florecer restaurantes y
ventas de vehículos de lujo. Los Bodegones surgen como símbolo de esa
recuperación donde se puede importar los quesos y el caviar más costoso aunque
más de la mitad de la población se esté muriendo de hambre.
La pregunta
que no se responde es… ¿de dónde ha salido todo ese dinero que parece llover
del cielo como un maná inagotable? La industria petrolera está quebrada y sus
niveles de producción no pasan de ser simbólicos. El oro saqueado del Arco
Minero se va quedando en la vía a Caracas y a Bogotá y poco o nada llega al
tesoro nacional. El deterioro de la infraestructura más la inseguridad jurídica
y personal siguen siendo factores que impiden la reactivación de empresas e
industrias. Entonces ¿de dónde sale todo ese dinero? El caos institucional
orquestado deliberadamente por el chavismo ha hecho de Venezuela un paraíso
ideal para el narcolavado. Grandes masas de dinero fluye como el Orinoco por
toda Venezuela inundando hasta los pueblos más pequeños con restaurantes y
Centros Comerciales, aunque la mayoría de la población no tenga los dólares
suficientes para comprar allí.
Controlada la
situación política y militar el régimen avanza con su plan de la nueva
normalidad en lo económico. Así como el régimen tiene una oposición a su medida
y unas Fuerzas Armadas totalmente controladas, de igual forma necesita disponer
de su propia burguesía. Lo que hay hasta ahora es un entramado donde se cruzan
los cables y los intereses entre Boliburgueses y Bolichicos cuyos grupos no
atienden necesariamente a la macolla del régimen integrada por Nicolás Maduro,
los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy), y Vladimir Padrino López.
El régimen
chavista dispone de todo el aparato legal para hacer lo que le dé la gana,
inclusive violar su propia Constitución. En un régimen como el chavista las
leyes no se hacen para regular las relaciones entre los ciudadanos y entre
estos y el Estado. La ley es ultimadamente el capricho del funcionario tomando
la decisión. Aquí las leyes tienen más un sentido de instrucciones y directrices
generales que deben ser usadas por la burocracia oficial y en algunos casos lo
que buscan es regular las relaciones entre los diferentes grupos de interés que
operan dentro del régimen.
Con la recién
aprobada Ley de Zonas Económicas Especiales lo que en realidad está buscando el
régimen es crear las condiciones y los incentivos para fomentar su propia
burguesía. Esta sería una burguesía oficial de filiación madurista como ocurre
en las actuales Fuerzas Armadas. La decisión sobre quienes serán beneficiados
con el privilegio de participar en estas Zonas Económicas Especiales
corresponde, como es lógico, al Presidente de la República. Allí los nuevos
oligarcas maduristas podrán hacer negocios y traficar sin más limitaciones que
las que le imponga el propio presidente adjudicador del privilegio.
Estas ZEE
serán no solo paraísos fiscales para el narcolavado sino que además estarán
exentas de la jurisdicción de la Ley del Trabajo a los efectos de las
relaciones laborales. Detalle este último que no ha logrado avergonzar al
sindicalerismo chavista. Con esta legislación y otras el gobierno de Maduro
apuesta por la creación de sus propios segmentos burgueses que respondan a los
intereses de la triada gobernante y no a otros.- @humbertotweets
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