El Estado chavista redujo las Fuerzas Armadas Nacionales a brazo armado del régimen. El gobierno de Nicolás Maduro a su vez las ha degradado a su personal guardia pretoriana de esbirros, guardaespaldas y sirvientes. Hace más de dos décadas, desde que el chavismo llegó al poder, Venezuela dejó de tener a un ejército verdaderamente profesional dedicado a proteger la integridad del territorio y mantener la paz pública. Con el tiempo estas Fuerzas Armadas se desprendieron de la categoría de “Nacional” en el sentido de atender a los intereses de la nación para servir a los caprichos de la camarilla gobernante. Por eso, de Nacionales esas Fuerzas Armadas han degenerado en chavistas.
La traición de
los oficiales de esas Fuerzas Armadas ha producido un evidente desequilibrio en
la confrontación política. Un régimen que es despreciado por la inmensa mayoría
de los venezolanos como el chavista puede cómodamente imponerse por la
violencia y el uso de las armas contra su población civil. El impacto de tener
una Fuerza Armada postrada ante la macolla chavista es muy amplio. La acción
nefasta de estos grupos armados va desde la represión de protestas públicas
hasta la orquestación de sofisticadas redes de espionaje para perseguir y
encarcelar a quienes adversan al régimen.
Para
asegurarse amplios márgenes de lealtad dentro de su oficialidad el régimen está
obligado a hacer concesiones que terminan sacrificando la integridad de la
estructura militar. Estas concesiones se aprecian en la forma de promover solo
aquellos oficiales incondicionales, no los más capaces; alentar la
participación y tolerancia en operaciones de narcotráfico, narcolavado y
contrabando como una forma de redondearse
el sueldo; y fomentar la participación en cualquier esquema de corrupción
dentro y fuera de la organización donde a cambio de la permisividad se espera
la fidelidad del oficial implicado.
El resultado
es una Fuerza Armada donde en la oficialidad reina un fraternal clima de
compadrazgo y complicidad, donde la mayoría solo quiere seguir viviendo en su
burbuja y en la Venezuela de los Bodegones. A la tropa la mantienen de la misma
forma como alimentan a las clientelas chavistas, con cajitas CLAP y bonos en
bolívares vía Carnet de la Patria. Pero aunque estén mal pagados y mal
alimentados estos militares no preocupan al chavismo porque se trata de
contingentes que se van reciclando cada cierto tiempo. Además ellos saben que
las conspiraciones y las rebeliones nunca surgen por iniciativa de la tropa.
Para un
régimen como el chavista es lógico suponer que el mayor peligro que podría
enfrentar nunca será de su falsa y complaciente oposición, sino más bien de sus
beligerantes Fuerzas Armadas. Precisamente porque allí están los hombres con la
capacidad organizativa y logística para articular una rebelión o un golpe de
Estado. Se asume, en principio, que todos quienes han salido de la Academia
Militar en los últimos años han sido entrenados e ideologizados a la medida del
régimen. Pero eso no garantiza nada. En estructuras complejas como las
militares donde entran en juego liderazgo, intereses, rivalidades, etc. siempre
hay elementos y situaciones subyacentes que fermentan hasta el punto en que el
conflicto emerge, generalmente sin previo aviso.
Para vacunarse
contra el virus latente de la rebelión y la insubordinación el régimen chavista
no solo ha fomentado el clientelismo y la corrupción en sus Fuerzas Armadas. Es
necesario además mantener la ilusión de autoridad en una fuerza armada
atomizada, por eso cada año el chavismo asciende centenares de oficiales a los
rangos de Generales y Mayores Generales. Es difícil saber cuántos y quiénes son
exactamente porque en varios casos las identidades de los ascendidos se
mantienen en secreto, por razones de Estado según alegan. Pero cotejando
información extraoficial y publicaciones del Ministerio de la Defensa las
Fuerzas Armadas Chavistas deben tener alrededor de 3,000 generales activos. En
su gran mayoría estos generales no tienen tropa bajo su mando y son ocupados en
funciones administrativas no relacionadas con la actividad militar. Un pequeño
segmento de estos ocupan las posiciones claves en la estructura militar desempeñándose
en el Alto Mando Mando, CEOFANB, Zodi’s, contrainteligencia y Guardia de Honor
Presidencial. Esta es la verdadera élite del mundo militar chavista y quien en
definitiva concentraría los mayores y mejores beneficios de estar subordinados
al régimen.
Los generales
sin tropa son tan solo uno de los signos de descomposición de las Fuerzas
Armadas chavistas. El fomento del clientelismo y la corrupción dentro de la
organización como una manera de asegurarse la incondicionalidad de los
oficiales ha traído consecuencias graves. La calidad de los egresados de la
Academia Militar no solo es pésima, sino mediocre. Esto se traduce en
deficiencias en aspectos fundamentales de las artes militares que ponen en el
campo de batalla básicamente a un oficial inepto e incompetente. No es casual
que los accidentes por mala praxis en las instalaciones militares se hayan
multiplicado en los últimos años, aunque el régimen los trate de ocultar.
Pero ese caos
no va cambiar porque es la única forma de la cual dispone el régimen para
asegurarse la lealtad de esa Fuerza Armada, aunque el precio sea la
descomposición y el debilitamiento estructural de la institución. A menos que
esa camada de oficiales, sobre todo los de la elite, comiencen a ver afectados
sus intereses y en peligro su status, entonces podrían tomar la iniciativa para
saltar a un nuevo gobierno o mutar a un nuevo Estado. Pero, el incentivo
tendría que multiplicar por cien las prebendas del presente para justificar el
riesgo.- @humbertotweets
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