Tanto el régimen chavista como la falsa oposición, amarrados por intereses y negocios comunes, están obligados a venderle a Venezuela y el mundo las bondades de los que ambos insisten en llamar una “negociación”. Pero estos intercambios que ocurren a la vista de todos y hoy tienen por escenario la Ciudad de México están rodeados de mitos e inexactitudes que enmascaran la verdadera naturaleza estafadora de dos bandas cuyo único logro ha sido destruir a Venezuela.
Lo
primero que hay que establecer es que no existe una oposición real que le haga
contrapeso al régimen chavista. Lo que hay son candidatos a presidir un
gobierno que deje intacto todo el aparato político, financiero y militar del
estado chavista. En otras palabras lo que busca la falsa oposición por la vía
electoral es que se les permita gobernar dentro del Estado chavista en una
suerte de alternabilidad democrática. Por eso cuidadosamente la falsa oposición
siempre ha buscado un cambio de gobierno, no el cambio del régimen chavista que
sí sería una política de verdadera oposición.
Entre
estos dos grupos, que dicen representar intereses opuestos pero que en realidad
buscan la estabilidad del estado chavista, se han dado varias jornadas de negociaciones
en un proceso que parece no tener fin. Pero estas llamadas negociaciones entre
el chavismo y la falsa oposición no podrían llamarse como tales porque nunca
han ido más allá de pequeñas concesiones que buscan oxigenar y maquillar la
imagen del régimen. Sin embargo, cada vez que el chavismo y la falsa oposición
se sientan en la misma mesa ambos insisten en que se trata de una
“negociación”.
Uno
de los problemas prácticos que han tenido estas llamadas negociaciones es la
representatividad. Mientras el estado chavista representa los intereses de sus
mafias políticas financieras y militares la falsa oposición hundida en el
descrédito no puede atribuirse la representación de los venezolanos que están
en contra del régimen. La masiva asistencia a marchas y protestas en la calle
fue usada como una forma para validar esa representación. Hoy la asistencia es
precaria porque la gente está cansada del engaño y la traición. Los resultados
electorales podrían ser una forma de atribuirle representación a la falsa
oposición, pero con un sistema electoral fraudulento como el venezolano solo se
puede hablar de las adjudicaciones que el propio régimen le hace a los
candidatos de la falsa oposición. Igualmente la abstención militante se ha
convertido en la peor pesadilla de una falsa oposición que está urgida en
mostrar apoyos en la calle y que solo puede negociar presentándose a sí misma.
Luego
está el tema del objeto de la negociación. ¿Hay realmente algo de valor
político para intercambiar entre el chavismo y la falsa oposición? El chavismo
que controla todo el aparato del estado dispone de varias fichas de valor
negociable para la oposición. El chavismo tiene el poder para cambiar las
reglas de juego, alterar resultados electorales, adjudicar votos, cargos y contratos.
Cualquier pequeña concesión que el chavismo le haga a la falsa oposición en
perspectiva representa cuotas de inmenso valor político y económico.
Por
la otra parte se dice que la falsa oposición tiene al gobierno interino de Juan
Guaidó y el apoyo de los Estados Unidos y la comunidad internacional a una
política de sanciones contra el régimen chavista. El llamado interinato nunca
logró ser más que una agencia de cargos y contratos sin la categoría de un
gobierno capaz de hacerle contrapeso al régimen chavista. Aun manejando a
discreción los activos de Venezuela en el exterior, pero sin controlar ni
siquiera la oficina donde funciona, el valor negociable de esta posición es
casi cero. Esto quiere decir que a los efectos de la política real el interinato
de Guaidó podría seguir operando, como en efecto el propio régimen chavista lo
ha permitido, sin que esto haga mella o sea verdaderamente relevante para la
supervivencia del chavismo.
Las
sanciones internacionales en contra
pretendían aislar al régimen chavista y eventualmente provocar su caída.
Pero estas sanciones no fueron efectivamente aplicadas y en la mayoría de los
casos fueron burladas por el chavismo amparado por la propia ambigüedad y
desgano de los Estados Unidos y la comunidad internacional. Las petroleras
norteamericanas siguieron comerciando petróleo venezolano a través de empresas
y estados proxy y otras como la ExxonMobil hasta lograron un estatus especial
para seguir operando, sin interrupción, en aguas de Venezuela y Guyana. Sin que
jamás hayan producido algún resultado ya se anuncia que las sanciones al
régimen chavista están virtualmente suspendidas.
En
realidad no hay nada que la falsa oposición tenga en su control para obligar al
chavismo a negociar. Por eso a la falsa oposición no le queda más alternativa
que aceptar mansamente cualquier concesión que el chavismo le quiera dar. Hay
negociación porque conviene para reciclar la imagen del régimen chavista y les
presenta la oportunidad de lograr bonos extras como sacar a Erik Malpica Flores
de la lista de sancionados por los EEUU y hasta lograr la liberación del
“diplomático” Alex Saab.
Pero
no habiendo nada que la falsa oposición pueda ofrecer de valor al chavismo, más
que su lealtad perruna al régimen, esto más que una negociación tiene las
características de una rendición en el sentido de hincarse complacientes ante
los pies del tirano sin aliento y sin voluntad para sacarlo del poder.- @humbertotweets
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