La política zigzagueante de la falsa oposición de participar unas veces sí y otras no en los fraudes electorales que convoca el régimen chavista parece responder más a cambios hormonales de sus dirigentes que a una racionalidad política. En el desarrollo de esa conducta errática se va configurando un patrón que, visto en el marco de los últimos 22 años, termina legitimando al régimen chavista a pesar de tener el rechazo masivo de la población venezolana. Y lo más pernicioso de esas fallidas estrategia políticas es que nos pone ahora frente a un discurso que pretende justificar la irreversibilidad del régimen chavista.
Un
día la falsa oposición se levanta y argumenta que no hay condiciones
electorales y que no participará del fraude electoral del régimen. Al día
siguiente, con las condiciones que no han cambiado y con el mismo régimen
político, la falsa oposición dice que ahora sí hay que participar.
Hay
que preguntarse ¿Por qué participar en unas elecciones y no en otras? Las veces
que la falsa oposición ha decidido ir a elecciones, como lo hace ahora, es
porque ha considerado que hay posibilidades de un cambio político dentro del
régimen del estado chavista. Y las veces que ha resuelto no participar ella
misma ha reclamado que no hay condiciones para unas elecciones libres que
permitan precisamente ese cambio político.
Las
garantías para estas elecciones del 21N son nulas. Las condiciones son las que
están y no van a cambiar. El Consejo Nacional Electoral chavista adjudicará los
ganadores sin derecho a reclamo. Entonces ¿Por qué llamar a participar en unas
elecciones que los propios voceros de la falsa oposición han declarado que no
hay condiciones suficientes y sin garantías? Además, ¿Por qué unir su destino
al de un régimen decadente que es despreciado por la inmensa mayoría de los
venezolanos? ¿Por qué ir a unas elecciones cuando la mayoría de los habilitados
para votar y que a su vez se oponen al régimen descartan las elecciones como
una vía para salir del chavismo?
Henry
Ramos Allup justificaba este regreso a la talanquera electoral del chavismo por
una supuesta “conveniencia nacional”.
Pero Ramos Allup no se toma la molestia en explicar por qué es de “conveniencia
nacional” participar en las elecciones del 21N. ¿Cuáles son las verdades
reveladas en el oráculo de la falsa oposición que determinan que ahora sí se puede y antes no? Para esto
Ramos Allup ni los demás operadores de la falsa oposición se toman la molestia
en siquiera justificarlo.
Estirando el
argumento de la “conveniencia nacional” y tratando de prestar algunas ideas del
llamado “Acuerdo de Salvación Nacional” la explicación del por qué, según la
falsa oposición, se debe ir a estas elecciones sería para defender los derechos
políticos y no dejarle espacios al chavismo que, según dicen, de no participar
serán ocupados por el régimen. Según esta predica estos gobernadores, alcaldes
y concejales serían adalides de la libertad por los espacios arrebatados al
chavismo y conquistados para la democracia. Pero ¿no fueron estos precisamente
los argumentos para justificar la participación electoral de la falsa oposición
en las elecciones regionales de 2018?
A las falacias
que intentan justificar ir a elecciones como un intento por preservar o
conquistar espacios por la libertad de Venezuela solo hay que confrontarlas con
la realidad. Por ejemplo, el régimen chavista en el 2018 les otorgó las
gobernaciones de Anzoátegui, Mérida, Nueva Esparta, Táchira, y Zulia a los
candidatos de la falsa oposición. Aparte de reconocer la legitimidad del
régimen chavista y pagar a las clientelas de sus partidos con recursos del
estado esas gobernaciones (con excepción de la del Zulia que no fue aceptada
por Juan Pablo Guanipa y se le entregó a un chavista) no han servido para nada.
Quien defienda
la tesis de ir a votar el 21N podrá ir más lejos aún y tratar de argumentar que
la falsa oposición le ganó al chavismo la elección de la Asamblea Nacional en
el 2015. Aun asumiendo que fue así, el problema real, como se pudo constatar
posteriormente, no es tanto el fraude
electoral derivado de condiciones electorales como tantas veces ha
insistido la falsa oposición sino el fraude
político derivado del estado chavista y sus instituciones que se coordinan
para mantener el poder aun en el caso de perder
unas elecciones.
La falsa
oposición siempre insiste en la ausencia de condiciones y garantías electorales porque en forma equivocada
desde un principio se ha planteado la confrontación con el chavismo como una
crisis de gobierno que puede ser resuelta
electoralmente y no como una crisis de estado.
En el ejemplo
de la elección de la Asamblea Nacional en el 2015 una posible falla interna del
mecanismo electoral chavista, que permite reconocer el triunfo electoral de la
falsa oposición, es inmediatamente corregida por los órganos del estado
chavista. En este caso el Tribunal Suprema de Justicia mutiló la efectividad de
esa Asamblea Nacional, el gobierno de Nicolás Maduro impuso una Constituyente para
poder legislar y en la práctica esa Asamblea Nacional nunca tuvo poder real
hasta que degenero en el híbrido del llamado gobierno interno de Juan Guaidó en
el 2019.
Inclusive en
el caso de las gobernaciones adjudicadas por el Consejo Nacional Electoral
chavista a la falsa oposición el régimen reasignó el poder de los estados a los
llamados protectores y a los comandantes de las ZODI’s. Aparte de pagar nóminas
y asignar contratos, esos gobernadores no han servido para nada que tenga que
ver con la liberación de Venezuela.
Por cierto, en
la misma línea argumental hay que decir que si la falsa oposición estuviese
actuando con dignidad y seriedad en las negociaciones de México habría incluido
en el Memorando de Entendimiento un cuestionamiento a la inminente aprobación
de la Ley de Comunas así como el chavismo objetó al interinato de Juan Guaidó.
¿Por qué? Porque la Ley de Comunas, en la mejor tradición chavista, reasignará
competencias y atribuciones de las gobernaciones y las alcaldías a los Consejos
Comunales. De manera que es irrelevante desde el punto de vista político las
migajas electorales que el chavismo le tire al G4 y la MUD, estas no serán más
que cascarones vacíos útiles solo para que las clientelas de la falsa oposición
también parasiten del estado chavista. Pero el poder real estará en otra parte.
Pero todo esto
lo entiende perfectamente la falsa oposición cuyos operadores políticos
prefieren pagar el precio del rechazo popular con tal y se les permita
enchufarse para seguir parasitando del estado chavista. De lo que aquí se trata
es de saquear de las gobernaciones y alcaldías los recursos para mantener a sus
clientelas y que ya no pueden ser dispensados por el interinato de Guaidó. Es
exactamente lo mismo que ha hecho el chavismo en estos 22 años, pero la falsa
oposición lo quiere justificar con un relato épico como un acto de generosidad
y sacrificio.
Si la falsa
oposición y el régimen chavista coinciden y están de acuerdo en participar en
las elecciones del 21N la mayoría de los venezolanos, instintivamente, saben
que eso por principio es dañino para Venezuela y hay que ir en la dirección
opuesta. Si falsos opositores y chavistas van unidos para llamar a votar el 21N
el deber de la Venezuela digna y honesta es enfrentarlos a ambos y promover la
abstención.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario