El daño que el chavismo le ha hecho a Venezuela es tan grande que ha logrado el milagro de provocar el surgimiento de un amplio sentimiento en los venezolanos a favor de las ideas de “derecha.” Venezuela ha sido un país sometido a la tiranía cultural de la llamada “izquierda” cuyas ideas de un estado benefactor y clientelar se impusieron a través de políticos, historiadores e intelectuales.
Las
ideas políticas dominantes se apoyaban en promesas de igualdad y de una
justicia social que demonizaba a los ricos para arrebatarle sus riquezas y
entregárselas a los pobres mediante políticas perniciosas de redistribución. En
lugar de promover el trabajo y la creación de riqueza el énfasis del discurso
político siempre estuvo hacia la izquierda prometiendo quitarles a unos para
darle a otros.
Esto creó toda una ideología
proteccionista, paternalista y sobre todo clientelar que trascendía a los
partidos políticos. Todos querían ser los más dadivosos para darle al pueblo lo
que el pueblo merecía y este no podría ser otro ángulo que el de la izquierda o
a lo sumo la centro izquierda. Apostar al otro extremo político era un suicidio
político y electoral porque equivalía a enarbolar banderas previamente
satanizadas e impopulares.
La izquierda
marxista fue muy hábil y exitosa a la hora de etiquetar a cualquiera de sus
adversarios como de derecha o de extrema derecha. Aún hoy el PSUV chavista lo
hace. Es una táctica que produce dividendos en una Venezuela donde la psiquis
colectiva abrazaba las denominaciones de izquierda, centro izquierda,
socialista o socialdemócrata al tiempo que miraba con desprecio a cualquiera
que se pareciera a la oprobiosa derecha.
Pero aunque la
denominación izquierda-derecha permite una rápida ubicación en el campo
político es insuficiente para explicar la esencia de una posición política o
ideológica. Para empezar no se puede hablar de izquierda y derecha como si se
tratase de dos bloques homogéneos históricamente enfrentados según cuenta la
épica marxista. En realidad debajo de esos rótulos hay modulaciones y
morfologías muy profundas que al examinarlas nos muestran varios tipos de
izquierdas y de derechas más allá de la simplificación de estar en un lado o en
el otro.
Por ejemplo el
filósofo español Gustavo Bueno en su libro el Mito de la Derecha propone examinar las morfologías de las derechas
más allá de sus características sociológicas y culturales o de su posición
frente a la economía política. Bueno logra identificar etic (desde la perspectiva del que está afuera) diferentes
modulaciones de la derecha tales como la derecha definida, la derecha
indefinida, la derecha alineada, la derecha no alineada, la derecha socialista,
la derecha liberal, etc.
Es pertinente
estudiar la tipología de la derecha que nos ofrece Gustavo Bueno porque nos
obliga a revisar en detalle los elementos de esas posiciones políticas más allá
de la simple etiqueta que de por sí podría ser muy engañosa.
Sin embargo,
no deja de tener importancia la posición emic
(desde la perspectiva del propio sujeto) de grupos e individuos que se
consideran a sí mismos como de derecha en Venezuela en contraposición a quienes
son identificados como de “izquierda” cuya morfología también habría que
estudiar para comprender que no hay una sino varios tipos de izquierdas.
Durante
muchos años el campo político y electoral en Venezuela estuvo dominado por la
denominada izquierda o centro izquierda. Era imposible articular una política
desde la derecha cuando el discurso oficial dictado desde las universidades y
los medios de comunicación idealizaban lo popular
asociándolo a la redención social propia del discurso progresista.. Desde el
punto de vista de las políticas del estado esto tuvo su expresión política más
acabada en la constitución de 1961 al consagrar el llamado “estado democrático
y social de derecho” que es la forma más exquisita de llamar al vulgar estado
clientelar de partidos. Esa ideología de izquierda permeó la constitución de
1961 al establecer una larga lista de derechos sobre todo económicos y sociales
que le daban sustento al estado paternalista y encontraba su expresión
económica en el capitalismo de estado, en nombre del cual los partidos tomaron
por asalto la hacienda pública.
Sin
asumirse abiertamente como de derecha algunas voces intentaron, sin mayor
éxito, desafiar la tiranía cultural de la izquierda. Venezolanos como Carlos
Rangel, Sofía Imber, Renny Ottolina por nombrar unos pocos fueron vistos como
verdaderas rara avis o mejor dicho
parias en su propia tierra, aislados por el cretinismo político de la cultura
del estado de partidos.
Era
impensable en los 60, 70, 80 y 90 entrar a las universidades o los gremios con
un discurso de derecha. El solo intento podría terminar en un linchamiento físico.
Hoy día el chavismo ha logrado que muchos venezolanos se definan como de
derecha en repudio al régimen chavista y su falsa oposición que orgullosamente
se autodefinen como de izquierda.
La
búsqueda por un nuevo referente político frente al chavismo y su falsa
oposición ha llevado a miles de venezolanos a hurgar en la historia el legado
de aquellos que en su momento fueron percibidos como conservadores o de
derecha. Es impresionante la cantidad de materiales que se pueden conseguir hoy
que aportan elementos para reexaminar la obra y el pensamiento de Juan Vicente Gómez,
Eleazar López Conteras, Marcos Pérez Jiménez, Laureano Vallenilla Lanz, Arturo
Uslar Pietri y otros. Es innegable el aumento del interés por reestudiar el
relato nacional desde otras coordenadas distintas a la versión ideológica y
sesgada de historiadores marxistas.
La
afiliación a la denominación de “derecha” requiere de una elaboración política
y teórica más precisa para establecer la morfología o los elementos esenciales
de esa posición política e ideológica. ¿Ser de derecha con respecto a qué? ¿Cuál
es la teoría del estado de esa derecha? ¿En qué medida el estado ejercita su
rol en la economía? ¿Cuál es su posición frente a la familia y la nación
política? Hay que responder estas preguntas entre otras para comenzar a
construir las bases de una derecha definida por lo político y no por lo
sociológico o lo cultural.
Lo
novedoso y lo relevante es que por primera vez en la historia de Venezuela,
gracias al fracaso del modelo de estado de partidos y del capitalismo de estado
auspiciado por el régimen chavista y su falsa oposición, hay un campo fértil
que bien puede ser reclamado por una derecha política, conservadora y
nacionalista cuyo norte sea la refundación del estado como una república de
ciudadanos libres y la defensa de la integridad de la nación venezolana. En
todo caso, hay que dotar de contenido político y filosófico a ese sentimiento
de ser de “derecha” que hoy recorre toda Venezuela para disputarle el poder a
la izquierda en todas sus variedades.- @humbertotweets
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