El llamado gobierno interino de Juan Guaidó fue presentado en medio de celebración bullanguera como la vía para lograr la promesa del “cese de la usurpación”. Prometía ser algo diferente, no por la ya conocida pusilanimidad de sus promotores sino más bien por el reconocimiento internacional con el cual arrancó.
De estos
apoyos el más importante sería el de los Estados Unidos que marcaba la pauta a
los demás que entraban en un mismo saco de gatos con las denominaciones
genéricas de “más de 60 países’ y “comunidad internacional.” Lamentablemente el
reconocimiento de la administración de Donald Trump al interinato de Guaidó
nunca avanzó a un apoyo efectivo en lo político y lo militar debido a las
contradicciones internas dentro del propio Departamento de Estado y quizás más
aún a la falta de voluntad del interinato en pedir respaldo para derrocar al
régimen chavista.
Sin embargo,
el reconocimiento al interinato, aunque limitado a lo retórico, diplomático y
protocolar, le permitió a esta caricatura de gobierno el acceso a los activos y
bienes de la República de Venezuela que el chavismo, como resultado de las
sanciones, no podría manejar. Al amparo de esa ambigüedad jurídica, donde se es
estado para unas cosas pero no para otras, el interinato se transformó en un
auténtico hamponato interino cuya actividad se centraría en saquear los activos
de Venezuela en el exterior con la anuencia del gobierno norteamericano y sin
rendirle cuentas a nadie.
Esta situación
se habría mantenido en forma indefinida de no ser por el cambio de gobierno en
los Estados Unidos y la llegada a la Casa Blanca de un Joe Biden sin políticas
frente al régimen chavista y más interesado que nadie en liquidar el tema
Venezuela cuanto antes. Ante el convencimiento que el apoyo al interinato no
conduce a ninguna parte y por el contrario embarca a los EEUU en una situación
de desgaste el gobierno de Biden a través de varios operadores le informó
pública y privadamente a la falsa oposición de Venezuela la inviabilidad de un
apoyo indefinido al llamado gobierno interino y los emplazó a negociar con el
régimen chavista.
El interinato
de Guaidó en medio del fracaso, la corrupción y las falsas promesas naufragó
políticamente hace mucho tiempo. Pero el acceso que los EEUU le permite al uso
y abuso de los activos de Venezuela le permite un campo de acción financiera
que resulta esencial para mantener a las clientelas partidistas que parasitan
del interinato. Ahora sin el apoyo de los Estados Unidos la falsa oposición
pierde la ubre del interinato y no le queda otra salida que entregarse en
cuerpo y alma al régimen chavista para seguir subsistiendo en el negocio de la
política. Y eso fue exactamente lo que hicieron en México.
Arrastrados
por la realidad los operadores de la falsa oposición no tienen otra salida que
entenderse y arreglarse con el chavismo. Si hubiese dependido de ellos habrían
continuado indefinidamente con los negocios del interinato, pero el retiro del
apoyo de los EEUU cambió todo.
La carta de
intención firmada entre el régimen chavista y la falsa oposición, ahora con
rango de política de estado y publicada en Gaceta Oficial, le otorga un piso
jurídico dentro de la legalidad chavista a la cohabitación con el régimen.
Por supuesto,
uno de los primeros pagos es el desmantelamiento del gobierno interino de Juan
Guaidó. A la hora de emprender las negociaciones y firmar el memorando de
cohabitación no es el gobierno de Guaidó, que a estos efectos ya dejó de
existir, y menos aún la Asamblea Nacional del 2015 quienes firman. Luego de una
docena de frases reconociendo fidelidad perruna al estado chavista el referido
documento es suscrito en nombre de la falsa oposición por Gerardo Blyde en
representación de una desconocida y advenediza Plataforma Unitaria Venezuela.
De aquí en
adelante cualquier cosa que se le anexe al memorando es accesoria y retórica
por decir lo menos. Lo sustancial, lo medular para el chavismo es meter en
cintura a su falsa oposición al obligarla a reconocer al estado chavista y su
régimen político sustentado en la constitución de 1999. La cohabitación entre
el chavismo y la falsa oposición, que ya operaba de hecho ahora adquiere status
legal y será un acoplamiento de derecho. Para que no haya dudas de por dónde
viene todo esto, el acuerdo ya ha sido inclusive publicado en la Gaceta
Oficial.
Qué hacer con su
cascarón de gobierno interino es algo que tiene que resolver la falsa oposición
ahora que ellos mismos lo han desmantelado. Pero más que hacer algo con los
restos del interinato tendrán que justificar la jugada ante sus propias
clientelas y testaferros angustiados ante la pérdida de unos negocios y
esperanzados en las nuevas oportunidades que vendrán en esta etapa que comienza
de la mano de sus socios chavistas.
No hay que
lamentar el desmontaje del interinato de Guaidó ni la bancarrota política y
moral de la falsa oposición luego de la firma del memorando en México. En el
fondo es una buena noticia para los venezolanos traicionados por sus
dirigentes, desesperanzados y sin alternativas políticas porque ayuda a definir con más precisión los
campos de batalla y a perfilar el contorno de una nueva oposición, patriótica e
insurreccional.- @humbertotweets
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