Mientras la falsa oposición se debate y se divide en torno a la negociación de nuevas condiciones electorales para ir a elecciones -¡Otra vez!- el régimen chavista por su parte tiene un solo y único objetivo: mantenerse en el poder al precio que sea, aunque sea un día a la vez.
Para
lograr esto la estrategia sigue siendo la misma, aunque como es natural usen
nuevas tácticas. Los esfuerzos del chavismo se despliegan en una combinación de
acciones para obligar a la falsa oposición a seguir jugando dentro del marco
jurídico y político del régimen. Esta vez el chavismo provocó una división
orgánica de la falsa oposición cuyos bandos están enfrentados por el reparto
desigual de las prebendas, aun cuando ambos están de acuerdo en que
definitivamente hay que negociar y entenderse con el régimen.
Sin
embargo, luego de dos décadas de fraude político la estrategia de sostenerse en
el poder al precio que sea ha entrado en un nuevo momento y es lo que podríamos
definir como el contexto de la nueva normalidad. En esta nueva fase el chavismo
busca imponerse y ser aceptado como un factor que aun cuando se admite que es
perverso, tóxico y nocivo se puede convivir -cohabitar- con él. Es la misma
racionalidad, pero más refinada, que usan regímenes como Cuba, Nicaragua y
Siria entre otros, quienes sobreviven y se mantienen a pesar de las sanciones
internacionales e incluso a pesar de los ataques militares directos de
potencias como los Estados Unidos.
La
habitual torpeza, cobardía y corrupción de la falsa oposición le hace el juego
a esta perversa racionalidad. Argumentos esgrimidos por destacados voceros de
la falsa oposición tales como “lo hemos intentando todo” o “Todas las opciones
están en la mesa (incluyendo la cohabitación, ¡por supuesto!) intentan
justificar el círculo vicioso de negociaciones-elecciones-negociaciones en un
eterno giro de tornillo en una tuerca aislada.
La reciente
designación del nuevo Consejo Nacional Electoral fue negociada con el sector de
la falsa oposición que encabeza Henrique Capriles Radonski y es una parte
esencial de esa estrategia que busca atornillar al chavismo por dos décadas más
en el marco de una nueva normalidad. Ese CNE integrado por defensores confesos
del régimen chavista tiene la tarea de persuadir a partidos y electores que si
hay garantías suficientes para votar, porque las elecciones es lo que le da al
régimen un viscoso barniz de legitimidad.
El
otro bando de la falsa oposición controlado por Leopoldo López, vía Interinato,
no fue parte de esta primera negociación, pero en declaraciones contradictorias
-¡o muy coherentes!- Juan Guaidó expresó que no reconocen al nuevo CNE pero
tampoco se opondrán a que la gente vote en esas elecciones regionales. Lo que
en realidad no pueden resistir López y Guaidó es la presión de sus propias
clientelas partidistas en Venezuela clamando por ir a elecciones y ser parte de
la oposición oficialmente aceptada por el régimen chavista con todos los
beneficios que ello implica.
El
único apoyo concreto con el que cuenta el interinato es la, hasta ahora,
política oficial de los EEUU de permitirles el acceso ilimitado e incontrolado
a los activos de Venezuela en el exterior. Pero eso puede cambiar. El
presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja de Estados Unidos
Gregory Meeks, encabeza un grupo de representantes en el partido demócrata que
presionan a Joe Biden para un cambio de política hacia el régimen chavista que
incluya levantamiento de sanciones, negociaciones y elecciones.
El
apoyo de la llamada comunidad internacional también se resquebraja. Ya no son
60 países los que apoyan al interinato y con el tiempo serán menos los
dispuestos a seguir participando en una operación de desgaste con posibilidades
inciertas.
Todos
estos factores de política interna y externa juegan a favor de esa nueva
normalidad que ansiosamente busca el chavismo. Una normalidad donde el chavismo
puede convivir con una oposición domesticada y ante la protesta simbólica de la
comunidad internacional que protesta diplomáticamente, pero acepta al régimen.
En realidad una nueva versión de eso que ha vivido Venezuela donde el hambre,
la miseria, la violencia y hasta el desgajamiento de la nación que cede su
territorio a la guerrilla colombiana son presentadas como algo “normal.”
La política que se adelanta desde ambos
bandos de la falsa oposición le hace el juego a esa perversa racionalidad de
rendirse ante la supuesta inevitabilidad del chavismo. Ambos grupos están
enfrentados por el reparto de las dádivas que les ofrece el régimen y al mismo
tiempo ambos coinciden que la única forma de hacer política en Venezuela es
aparearse con el chavismo y ser parte de su nueva normalidad.- @humbertotweets
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