El tema de las negociaciones y acuerdos de la falsa oposición con el régimen chavista no es nuevo. De hecho se ha convertido en la estrategia preferida del régimen para diluir a la supuesta oposición en sus propias contradicciones y sobrellevar las consecuencias de confrontar con países como los Estados Unidos.
Desde
1999 la conducción de la falsa oposición ha experimentado varias rotaciones en
su dirección. Pero la estrategia se ha mantenido intacta. Siempre han buscado
diversas formas de cohabitar con el régimen bajo la creencia que la pelea hay
que darla desde adentro, esto es tratando de disputarle al chavismo el poder en
elecciones presidenciales fraudulentas y ocupando cargos de diputados y
gobernadores que el régimen ofrece para asegurar su propia legitimación.
Esta
postura de la falsa oposición ha tenido brevísimas pausas cuando en algunos
momentos su dirección pensó que había condiciones para beneficiarse de
contradicciones internas del régimen y apostaba a improvisados intentos
conspirativos. Todos estos sin excepción fracasaron y dejaron tras de sí
confusas versiones de delaciones y traiciones sobre eventos que parecían
controlados y supervisados desde el propio régimen. Y en muchos casos puso en evidencia las
insalvables contradicciones de una oposición dispuesta a hacer un gobierno de
salvación nacional con operadores del chavismo tales como Maikel Moreno y
Vladimir Padrino López.
Sin
tener la capacidad para articular una política efectiva de oposición y
resistencia esta falsa oposición siempre termina repitiendo el círculo vicioso
de negociar su supervivencia con el régimen chavista. Y este ha sido un patrón
que se sigue repitiendo una y otra vez sin que produzca algún resultado
positivo para la nación venezolana que se deshace en manos del chavismo.
Con
el surgimiento del llamado gobierno interino se crearon expectativas sobre la
conformación de un eje de poder que, con el apoyo de una difusa comunidad
internacional, pudiera arrebatarle el poder político al chavismo. Pero con el
tiempo las expectativas cedieron paso a las realidades. No se puede articular
un gobierno y menos aún un estado desde una oficina de lobby y sin controlar un
metro cuadrado de territorio.
El
interinato de Juan Guaidó tuvo en su momento cierta relevancia derivada del
apoyo, no de la comunidad internacional, sino fundamentalmente de los Estados
Unidos. Esto además le permitió acceso instantáneo y sin controles a la inmensa
masa de activos de Venezuela en el exterior. Pero esta relevancia se diluye
cada día ante la incapacidad de crear una política que efectivamente logre el
cese de la usurpación como tantas veces prometió el interinato.
Es,
posiblemente, la ausencia de políticas y de una vía consistente y coherente
para disputarle el poder al chavismo lo que ven con mayor preocupación los
operadores de la diplomacia internacional y especialmente los Estados Unidos.
Para quienes controlan y se benefician del llamado gobierno interino de Juan Guaidó
parece normal seguir en ese infame ejercicio demagógico y burocrático en forma
indefinida o como ellos mismos dijeron con el mayor desparpajo “hasta que cese
la usurpación.”
Pero
en la política internacional, gobernada por la dialéctica de estados, no hay
espacio para la inercia y la inacción. Peor aún, esta dialéctica no está basada
en la moral de los derechos humanos sino en la implacable racionalidad que
impone los costos de los conflictos y las guerras. Ningún país, ni siquiera los
Estados Unidos, va a absorber el costo gratuitamente de ser parte de una guerra
que no ve como suya. Aunque públicamente digan otra cosa. Incluso aunque digan
que apoyan a Guaidó, apliquen sanciones al régimen chavista y le pongan precio
a sus cabezas. El ritmo de esa danza tiene sus límites.
Desde
esa óptica, las chapuzas y las improvisaciones que se han orquestado desde el
gobierno interino de Juan Guaidó solo pueden producir pánico y la certeza que
están tratando con unos piratas de la política cuyos planes van de ningún lado a
ninguna parte. Y en esas condiciones es difícil esperar que los llamados apoyos
internacionales al interinato se mantengan inalterados. Por el contrario, se
percibe no solo la discreta retirada de
muchos países sino también una banalización del tema Venezuela en foros
internacionales tales como la OEA y la ONU donde las acciones no pasan de una
mera e inútil declaración de condena al régimen chavista de Venezuela sin que
esto lleve a mayores consecuencias.
Es
factible que sobre estas consideraciones la administración de Joe Biden haya
emprendido quizás la más sutil, por lo imperceptible, y agresiva de las
iniciativas para quitarse de encima el tema de Venezuela y el interinato de
Juan Guaidó. No se puede obviar la lectura entrelíneas del reconocimiento tácito
de los EEUU al Consejo Nacional Electoral oficialista (Julie Chung, 6 de Mayo
de 2021). Ni los reclamos al interinato por la forma poco transparente como ha
manejado la ayuda humanitaria (Juan Gonzalez, 8 de Mayo de 2021). Menos aún la
advertencia de que las sanciones (contra el régimen chavista) no son para
siempre (James Story, 13 de Mayo de 2021).
Detrás
de este cambio en la política de los EEUU podría estar el improvisado y
desesperado llamado de Guiado para negociar si o si con el régimen de Maduro.
Para guardar ciertas formas de decencia lo han llamado Acuerdo de Salvación
Nacional. Pero haciendo a un lado la necia invocación retorica la salvación que
está en juego sería la de la falsa oposición y no otra.
Algunos operadores del propio entorno de
Guaidó se han atrevido a confirmar públicamente que efectivamente los Estados
Unidos le dieron plazo a Guaidó hasta el 1ro de Diciembre de 2020 para
supuestamente sacar a Maduro del poder. Aunque ya el propio embajador Story
hizo el conveniente control de daños asegurando, una vez más, que los EEUU
siguen apoyando a Guaidó al tiempo que hábilmente desliza la noción que los
norteamericanos no son parte de lo que esté haciendo Guaidó. Esto pareciera el
preámbulo de la inevitable sacada de alfombra diplomática al interinato.
Lo
más probable es que efectivamente los Estados Unidos le hayan puesto un
finiquito en el tiempo al interinato de Guaidó para obligarlo a negociar con el
régimen chavista y producir un resultado concreto antes de finales de año. De esta
forma, y ejercitando el mayor pragmatismo,
los EEUU planea desentenderse del tema Venezuela dejándolo “en manos de
los venezolanos.” Así planteadas las cosas el interinato y la falsa oposición
van embalados a otra ronda de negociaciones con el chavismo esta vez llevados
de la mano -¿o empujados?- por los EEUU.
Esta será la
peor de todas, porque la supervivencia del régimen chavista no está en juego ni
se define con esas negociaciones de las cuales ellos perfectamente pueden
prescindir y seguir jugando baraja. Pero la falsa oposición y quienes se han
enchufado al interinato necesitan que esas negociaciones les permitan por lo
menos guindarse de alguna pata del régimen que les reconozca el papel de
oposición oficialista y obediente con todos los beneficios y las prebendas que
eso significa.- @humbertotweets
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