Parte
del plan de Hugo Chávez siempre fue asegurarse un control y la lealtad personal
total de las Fuerzas Armadas. Para lograrlo era necesario relajar las normas y hasta desmantelar los principios de
profesionalismo y obediencia a la república. En su lugar se impusieron
prácticas de servilismo a la persona de Chávez y se promovió un inmoral régimen
de encubrimiento y complicidades con el crimen y las prácticas irregulares.
Desde
1999 nuevas generaciones de oficiales fueron formados bajo esta nueva doctrina
que implicaba la lealtad ciega a Hugo Chávez más no a la república y sus
instituciones. Estas nuevas promociones fueron además sometidas a un lavado de
cerebro permanente para sustituir las ideas democráticas por consignas de
patria, socialismo y muerte que eran las mismas del proyecto político personal
de Chávez.
Poco
a poco esta nueva fuerza armada fue sustituyendo no solo a los civiles
chavistas en sus funciones sino al propio PSUV partido político de Chávez cuyas
bases son ahora escuálidas y menguadas. A diversas funciones dentro de la
administración pública fueron enviados militares que arrastraron consigo no
sólo los vicios del autoritarismo sino también los del secretismo y la
corrupción. La nueva moral militar enseñaba que había que ser tolerante con un
régimen que aunque robaba a sus anchas
también era permisivo con los militares que hacían justamente eso, robar sin
rendir cuentas de su gestión amparados por el prostituido secreto militar.
Sin
embargo, al mismo tiempo que Chávez desmantelaba y desarticulaba las
estructuras de las FANB emprendía otro proceso en forma casi simultánea de
entrenamiento y formación de las milicias y los colectivos como organizaciones
paramilitares para sostener al régimen. Esta jugada fue concebida como un
seguro en caso que eventualmente las FANB decidieran como bloque abandonar el
proyecto del chavismo.
Siempre
ha existido un celo y preocupación natural en el seno de las FANB con la
actuación de estos grupos irregulares del chavismo. Pero nunca hubo el músculo
para enfrentarlos y por el contrario el régimen se aseguro de ir promoviendo en
los rangos superiores a militares complacientes con esta política que a la
larga plantea una confrontación inevitable con las fuerzas militares regulares.
Como
era de suponer las contradicciones han estallado en el seno de las FANB. Estas
están alimentadas por el descontento que hay entre diversas facciones
militares, aunque la mayoría de indudable filiación chavista, ante el colapso
de Venezuela que también lo es de la institución armada.
Estos
nuevos oficiales formados al calor de las ideas chavistas han tenido que
desprenderse de conceptos y prácticas las cuales identifican como nocivas para
la integridad de las FANB. Los recientes intentos de rebelión, todos abortados
hasta ahora, solo confirman la dimensión de una crisis de proporciones quizás
inmanejable para el régimen.
Expertos
en temas militares no se atreven a valorar cual es la exacta correlación de
fuerzas en estos momentos en el seno de las FANB. Lo que sin duda aseguran es
que la cantidad de oficiales involucrados, directa e indirectamente, podría
plantearle al régimen una nueva situación que le obligue a acelerar sus planes
de inmovilizar e inutilizar un componente clave como el ejército para
sustituirlo por una formación menos profesional y más comprometida con el
gobierno como las llamadas milicias bolivarianas.
Quienes
están dentro de las FANB intuyen correctamente que la fuerza armada venezolana,
tal como hasta ahora se le conoce, tiene sus días contados. Las rebeliones en
marcha no solo son intentos para derrocar la tiranía sino también para salvar
la poca institucionalidad que aún queda en las FANB.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario