El PSUV ha quedado pulverizado en esta coyuntura y ya no representa la
base política de apoyo del régimen. Es un hecho ya aceptado por la cúpula del
gobierno que más nunca podrá volver a llenar la avenida Bolívar de Caracas. Los
empleados de PDVSA La Campiña que son movilizados para las concentraciones
oficialistas solo alcanzan para unas cuadras. Sin embargo, aún existe el
chavismo como expresión política que contiene los más variados matices que van
desde quienes apoyan al régimen hasta quienes abiertamente llaman a su
derrocamiento por traicionar el legado de Chávez.
La desintegración del PSUV ha dejado al gobierno con el único apoyo de
los colectivos paramilitares y de sectores fanáticos en las FANB comandados por
un alto mando temeroso de rendir cuentas si el régimen cae. Esto ha llevado a
la “psuvisación” de las FANB y su consecuente deterioro interno.
A parte del componente armado plegado al régimen por miedo o por
conveniencia no hay otro factor relevante que sustenta al gobierno. Pero así
como los operadores civiles están bajo presión de la sociedad los militares han
tenido que pagar el costo de su desatino con descrédito y rechazo colectivo. En
ambos casos además de la presión externa que ejerce sin tregua la sociedad se
suma la presión interna de familiares y amigos de estos funcionarios quienes se
comienzan a desmarcar de la pésima reputación de sus familiares y relacionados
enchufados en el gobierno.
La presión de estos 45 días ha sido dolorosamente decisiva para que
los resortes de la maquinaria represiva comiencen a saltar antes del estallido
final. Medio centenar de jóvenes venezolanos asesinados por la represión del
régimen y miles llenando las cárceles en calidad de presos políticos, sometidos
a la sospechosa justicia militar revelan que el único recurso que le queda al
régimen para gobernar es la represión política.
Se acabó la retórica de la ideología bolivariana. La única razón que
ofrece el régimen para mantenerse en el poder es que tiene las armas aunque no
cuente con el apoyo de la mayoría. El discurso violento y divisionista entrampó
al régimen y alienó importantes sectores populares que alguna vez le apoyaron.
Cada día será peor que el anterior. Estamos frente a una crisis
política y militar que el régimen no podrá ocultar y mucho menos evitar, bien
sea por una crisis interna que lleve a su implosión o por la presión de las
fuerzas democráticas que lleven a su derrota definitiva. En cualquier caso
estamos frente un proceso de características irreversibles. @humbertotweets
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