En la medida en que la crisis
económica y la descomposición social avanzan el régimen venezolano se va
quedando con muy pocas opciones para seguir en el poder. La negación
sistemática de los derechos individuales con el apoyo de operadores civiles y
militares corruptos atrincherados en los poderes públicos es lo único que
sostiene al gobierno. La claque del 10% es una minoría que por la vía de la
represión se impone al resto de la sociedad.
Pero este nivel de desquiciamiento y
desnaturalización de la política se desdibuja en el plano internacional donde
los apoyos al régimen venezolanos son cada día más escasos a pesar de la
diplomacia del petróleo. Antiguos socios y aliados del gobierno venezolanos en
la comunidad internacional están replanteando los términos de su solidaridad
con Venezuela. Las generosas dádivas del petróleo no son suficientes para
mantener alineados a estos países que uno a uno comienzan a desmarcarse del
régimen bolivariano.
Venezuela parece quedarse con el
único apoyo de Nicaragua, Bolivia, Cuba y algunos países del CARICOM. Esta
nueva realidad tendrá repercusiones importantes en las próximas semanas cuando
en la OEA se discuta el demoledor informe de su Secretario General Luis Almagro
quien emplaza al cuerpo a tomar una decisión definitiva sobre Venezuela.
Los ataques tempranos de Maduro y el
régimen para descalificar a Almagro y al Presidente del Perú, quienes han sido
muy expresivos en su petición de condenar a Venezuela, confirman que
efectivamente el gobierno entiende que su posición en la OEA es precaria. Y es
tan grave que en un gesto desgraciado y cantinflerico Nicolás Maduro le hizo
carantoñas en inglés al Presidente norteamericano Donald Trump. A ese nivel de
humillante sumisión ha llegado la revolución bolivariana que hoy pone sus
esperanzas para sobrevivir en las manos del propio Presidente Trump.
Todo esto confirma los temores del
gobierno y la mafia en el poder. Los votos de Venezuela en la OEA se ha ido
cayendo uno a uno. El cuadro aún no está claro para apoyar la petición de Almagro
de aplicar la Carta Democrática a Venezuela si no convoca elecciones de
inmediato. Pero, lo que sí es cierto es que Venezuela ya no tiene los votos
para detener una decisión en el organismo que eventualmente podría ser la
aplicación de la Carta Democrática su expulsión o un voto de censura. En
cualquier caso se trataría de una derrota política que el régimen preferiría
evitar.
En base a las declaraciones públicas
de la mayoría de los cancilleres de los países miembros de la OEA pareciera que
hay ambiente para aumentar la presión por la vía diplomática a Venezuela y
obligar al régimen a aceptar elecciones libres
y supervisadas a riesgo de quedar excluido del sistema interamericano.
Si esta tesis se impone el régimen
bolivariano tendrá que decidir si es importante para su propia
supervivencia mantenerse en la OEA o por
el contrario salirse inclusive antes de que ocurra la inminente sanción. Ya Nicolás
Maduro y Diosdado Cabello han insinuado que con Carta Democrática y sin Carta
democrática (o sea con OEA o sin OEA) el gobierno no cambiará su posición. El
camino que escoja el régimen tendrá importantes repercusiones que podrían
acelerar lo parece su inevitable caída.
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