El general Vladimir Padrino López se mueve como pez en el
agua para tratar de mantener la precaria correlación de fuerzas entre
diferentes bandos en las FANB. Estos grupos luchan sin tregua por el control
del aparato militar y del gobierno. Esa lucha brutal por el poder ha creado
feudos que usan ministerios, misiones y oficinas del gobierno para beneficiar a
sus operadores por la vía de la corrupción y el peculado.
Esta plaga que invade todos los niveles y sectores del
gobierno se desarrolla con más rapidez e intensidad en el sector militar. La
era chavista convirtió a las FANB en una inmensa fraternidad de complicidades,
donde todos los involucrados se tapan mutuamente para seguir en lo mismo. “Si tú
no te metes conmigo, yo no me meto contigo”. Esa lógica ha permitido ocultar en
las fuerzas armadas, hechos de corrupción y hasta actos de negligencia que han
sacrificado vidas de oficiales y soldados.
Aparte de las compras de comida, provisiones y armas para
las fuerzas armadas —sobre las cuales nunca nadie en la era chavista ha rendido
cuentas— hay tres áreas donde la discrecionalidad de los militares ha desatado
negocios al margen de la ley: alimentos, salud y finanzas. Oficiales militares
han sido designados para administrar millones de dólares sin otro requisito que
su incondicionalidad con el jefe de su respectiva tribu. Muchos han ejercido
esos cargos sin rendir cuentas y se han enriquecido groseramente de la noche a
la mañana.
Los escándalos que involucran a militares en hechos de corrupción
han sido muy bien documentados por excelentes trabajos de periodismo
investigativo. El degredo en que estos actos de pillaje y saqueo han convertido
a las FANB, ha llevado al propio general Padrino López a admitir que,
efectivamente, sí hay corrupción en el gobierno y en las fuerzas armadas. Pero
siempre con su estilo retórico y evasivo, Padrino López trata de justificar el
fenómeno, argumentando que “no hay corruptos sin corruptores”. Con esa singular
interpretación de la ética, trata de proteger a unos y condenar a otros.
El año pasado este general tuvo que ceder ante la creciente
presión dentro de su propia institución. En el programa de TV “José Vicente
HOY”, señaló que de haber corrupción en las FANB se debería investigar, y retó
a que le presentaran pruebas de militares corruptos, quizás con la esperanza de
que nadie le tomaría la palabra.
Oficiales allegados al general aseguran que su escritorio se
llenó, literalmente, de cientos de cartas y documentos que referían la
participación de militares —activos y retirados— en actos de corrupción. Pero
el general desestimó las denuncias, asegurando en una asamblea de oficiales,
que él no se iba a prestar para una guerra de chismes. Además, exhortó a “dar
la cara” a quien quisiera mostrar actos de corrupción en las FANB. Así dejó
Padrino López “colgando de la brocha” a cientos de oficiales que tomaron en
serio sus palabras.
Detrás del viscoso barniz de pseudo intelectualidad con
frases rebuscadas para adornar sus proclamas, se esconde un militar pragmático
que se ha convertido en el garante de esa fraternidad de complicidades que
opera en las FANB. Su papel es asegurarse de que cada grupo respete sus cuotas
y territorios, y que nadie trate de alterar el precario balance que sostiene al
régimen. Pero más que eso, Padrino López no tiene el menor interés en luchar
contra la corrupción y sacar a los corruptos de las FANB.
La impunidad y la complicidad con la corrupción se imponen,
pues lamentablemente, en el régimen cada corrupto tiene un padrino, allá
arriba, que lo protege.
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