El régimen de Venezuela no tuvo las
mejores relaciones con los Estados Unidos durante la administración de Obama.
Ahora con Donald Trump se presume que las relaciones Venezuela EEUU podrían ser
mucho peor, pero aun es muy temprano para saberlo.
El gobierno de Donald Trump va a
tener su sello personal. En esta nueva era de la política norteamericana las
contradicciones e incluso la divergencia de opiniones entre los miembros del
gabinete y entre algunos de estos con el
presidente será algo a lo cual hay que acostumbrarse. Todo viene derivado del
estilo personal de liderazgo de Trump acostumbrado a reunir a sus gerentes en
una sala, pedirles que le convenzan de sus tesis contradictorias para luego el
tomar una decisión con base más que todo a su instinto.
Este estilo de reality show no es lo único que marcará la postura de los EEUU
frente a Venezuela. Hay un evidente cambio en la dinámica de las relaciones
entre los EEUU y Rusia que también afectará las relaciones del gobierno
norteamericano con el régimen de Venezuela. Sería simplista, por ejemplo,
asumir desde ya que la presencia de Rex Tilerson en el gabinete de Trump
significa, automáticamente, una posición dura de los EEUU con Venezuela. Todo
dependerá, más bien, de la relación de
adultos entre EEUU y Rusia.
El gobierno de Maduro y sus
operadores políticos han invertido en los últimos meses recursos y esfuerzos en
afianzar sus relaciones con Rusia. En otras palabras el régimen venezolano se
ha postrado completamente a los intereses políticos y comerciales de Rusia en
la esperanza de que Rusia interceda frente a los EEUU y estos bajen su presión
contra Venezuela. Por esta razón desde el triunfo de Donald Trump en los EEUU
el régimen venezolano ha optado por evitar ataques directos a Trump a la vez
que se entrega en brazos de los rusos esperando salvación.
La posición del régimen venezolano
está inspirada en un absoluto pragmatismo forzado por el estado de aislamiento
que sufre el gobierno a nivel internacional. En realidad Venezuela se quedó sin
aliados de peso en la comunidad internacional. Aliados como Cuba y China han
optado por una política parasitaria de obtener cuantiosos beneficios y recursos
de Venezuela y luego reservarse los términos en que serán solidarios con el
gobierno bolivariano. Es una especie de solidaridad selectiva que ha puesto en
apuros al régimen.
No es casual que entre los
operadores políticos civiles y militares que forman parte del alto gobierno muy
pocos consideran la opción de escapar a Cuba o China en caso de que caiga el
régimen. Hay prácticamente consenso en que Rusia ofrece mejores posibilidades
como refugio para estos elementos en caso de un cambio político abrupto e
inesperado en Venezuela.
Es posible que Estados Unidos le
haga importantes concesiones a Rusia en Europa -desmantelando la OTAN por
ejemplo- a cambio de reservarse influencia política y militar en el caribe
donde por supuesto entra Venezuela. Pero también podría ocurrir que los EEUU
acepten la influencia de Rusia sobre Venezuela a cambio de otras concesiones a
los Rusos en el medio oriente.
La suerte del régimen chavista
parece a merced de los poderosos intereses geopolíticos entre los EEUU y Rusia.
Un previsible entendimiento político y económico entre los EEUU y Rusia podría
decidir la supervivencia política del régimen a las sucesivas crisis que deberá
enfrentar en los próximos meses. O podría dejarlo sin protección y vulnerable a
inevitables conflictos sociales y políticos internos que aceleren su caída.
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