El régimen está débil, pero no
termina de caer. El colapso institucional del régimen chavista no se traduce en
su definitivo desbancamiento por dos razones fundamentales: a) La oposición
política concentrada en la MUD es débil y errática; y b) El régimen se sostiene
gracias al aparato represivo militar-policial. Y es que la premisa inicial de
este artículo aunque gramaticalmente correcta encierra una profunda
equivocación política que ha llevado a los sectores democráticos por un camino
equivocado.
Ningún régimen por muy débil que
sea, como el régimen chavista hoy por ejemplo, cae o se desploma en forma
automática o espontánea. Aun para que ocurra el desplome o la implosión, como
tantas veces lo hemos analizado en las páginas de La Razón es necesaria una
energía que haga ignición y provoque el estallido. Sin esa chispa inicial todo
queda en manos de la inercia política y el esfuerzo se reduce a una apuesta
pasiva al desgaste del régimen.
Lamentablemente hasta ahora la
iniciativa de la oposición al régimen ha estado en manos de la MUD como una
coalición electoral de partidos que no ha sido capaz de superar las
limitaciones de su propia realidad virtual. La MUD termina haciendo una
oposición exactamente a la medida del régimen no porque quiera sino porque carece
de claridad para entender el momento político que vive el país y es incapaz de
articular una propuesta viable y sostenible de poder frente al régimen
chavista.
La actual coyuntura está definida
por una alta conflictividad social y por un deterioro de la gobernabilidad.
Este no es el momento del diálogo lo cual resultaría muy conveniente y a la
medida del régimen. Este es el momento de la confrontación. El no entenderlo es
lo que ha llevado al diseño de estrategias de oposición fallidas que solo han
dejado desesperanza y confusión en la calle.
Mientras el régimen está ejecutando,
ante los aún incrédulos ojos del país y del mundo, su asalto al poder para asegurarse su control por la vía del golpe de
estado la MUD sigue actuando bajo esquemas existentes de normalidad electoral,
exigiendo al gobierno cambios que no pasan de ser un saludo a la bandera tal
como sus propios voceros lo han admitido.
Con este tipo de estrategias y estos métodos de lucha no será posible
derrocar al régimen en su momento de mayor debilidad. En estos momentos los
sectores democráticos tienen tres tareas esenciales para retomar la ofensiva
contra el régimen: a) Organizarse en una frente de lucha amplio que vaya más
allá de la MUD, incluya otras fuerzas sociales e incorpore sin complejos a
sectores del chavismo crítico; b) Retomar el liderazgo de la calle encabezando
la protesta social contra el régimen; y c) Ganar a más oficiales activos de las
FANB para defender la Constitución y hacer respetar el estado de derecho.
La designación de Tareck El Aissami
como Vicepresidente y el lanzamiento del Comando Antigolpe anuncian la ofensiva
represiva del régimen. La contraofensiva de los sectores democráticos es
urgente e impostergable. Cada hora cuenta.
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