La MUD siempre lo supo.
Lo del diálogo era una treta más del régimen para ganar tiempo.
Por eso la MUD fue diligente al explicar que aceptaba sentarse con el régimen a dialogar como un acto de buena voluntad y por petición expresa del Vaticano.
Hay analistas como Rafael Poleo que lo pintan en términos más tenebrosos y aseguran que la oposición aceptó dialogar por presiones directas de los Estados Unidos, la Unión Europea y la OEA.
Esto no se ha podido confirmar.
Lo cierto es que la MUD cumplio su parte y arrio temporalmente sus banderas y suspendió las movilizaciones para honrar las gestiones del Vaticano.
Pero también es evidente es la falta de voluntad del gobierno de acceder a cualquier cosa.
Por eso los términos de las declaraciones luego de la primera sesión siempre fueron ambiguos y guabinosos.
Los intercambios presenciados por el Vaticano y los expresidentes acompañantes fueron en materias y términos concretos:
- Apertura del canal humanitario
- Cronograma electoral
- Restitución de las competencias constitucionales de la AN y
- Liberación de los presos políticos.
Con esos elementos ya conversados y acordados no era para menos observar el optimismo de los mediadores y del Vaticano, en contraste con el escepticismo de la oposición y el país en general que ya saben que el engaño y la mentira están en el ADN del régimen.
El gobierno nunca tuvo la intención de cumplir.
Ni siquiera para guardar las apariencias frente al Vaticano.
Por eso el viernes cuando Maduro recibe una carta del representante del Papa exigiendo que se cumpla lo acordado estalló en cólera.
El gobierno pensó que el Vaticano se iba a comportar como los ex presidentes, como mirones de palo y testigos de la farsa.
El vaticano asumió que lo conversado y acordado era firme y ante el vencimiento de los lapsos y la víspera del 6 de diciembre emplazó al gobierno a cumplir con lo que había acordado verbalmente con la oposición.
Por supuesto el gobierno no cumplira.
Pero ahora hay más testigos y evidencias de la maniobra.
Nuevamente al régimen se le cae la mascara.
Es una lastima que poner en evidencia otra vez al régimen haya costado tanto.
Más persecuciones, más violencia y más desesperanza por la desmovilización.
La tarea número uno del régimen es mentir y engañar para mentersenerse en el poder.
Nada nuevo.
Nosotros ya lo sabíamos.
El Vaticano no.
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