La grave crisis política que sacude a Venezuela desde 1999 no admite la neutralidad a la hora de hacer una valoración.
Se está a favor o
en contra del proceso de desgajamiento que emprendió Hugo Chávez en 1999.
Imposible estar en la mitad o no tener una posición.
Las formas para
superar esta descomposición son diversas y allí el bloque descontento se
diversifica en múltiples opciones.
Cualquiera sea la
alternativa que se seleccione debe tener un punto común y este es una correcta
caracterización de los bloques enfrentados y de la realidad en que se mueven.
De no ser así se
corre el riesgo de trazar estrategias sobre premisas falsas que a su vez pueden
llevar a resultados tan inesperados como indeseables.
En este contexto
hay que admitir que para un periodista, analista e investigador en Venezuela no
es fácil mantenerse en el terreno de la objetividad científica a la hora de
calibrar la realidad en que nos movemos.
No es fácil porque
ese contexto condiciona y hasta aliena la percepción de la realidad.
Quizás muchos
periodistas, analistas e investigadores a la hora de analizar la situación de
Venezuela terminan construyendo una opinión, como la que podemos tener todos,
pero no un análisis en el sentido de desagregar un todo en sus partes para
tener una mejor comprensión.
Y eso está bien
para el común de la gente porque todos podemos tener una opinión de lo que pasa
y cómo resolverlo.
Pero no todos
tenemos las herramientas para analizar la coyuntura o aun teniéndolas estamos
dispuestos a usarlas.
Quienes hacen el
papel de analistas de la política deben honrar su compromiso con el análisis
para entender las contradicciones en lugar de ofrecernos sus opiniones
personales sobre lo que ellos creen que debería ocurrir.
Por eso creemos más
en la utilidad de analizar eventos concretos en coyunturas específicas que
“analizar escenarios” lo cual termina siendo no más que un entretenido
ejercicio de fábula e imaginación.
Un pobre servicio
se le hace a la causa del cambio político en Venezuela si en lugar de una
valoración crítica de la coyuntura lo que se ofrecen son opiniones personales
disfrazadas de “análisis”, pero que en realidad terminan siendo no más que
piezas de propaganda.
Y lo peor es cuando
estas construcciones falaces son usadas como un fiel levantamiento topográfico
de la realidad para tomar decisiones o formular planes y programas.
Más allá de la
dicotomía psicologista entre ánimo y desánimo lo que importa en la política es
partir de la realidad material concreta y no de los deseos y la metafísica.
Es irrelevante cuán
agradable o desagradable sea esa realidad y menos aún importa la opinión
personal que podamos tener sobre ella.- @humbertotweets
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