En parte tiene razón Luis Vicente León al asegurar que “estas son las presidenciales más difíciles que he enfrentado el chavismo”. Pero no por las razones que argumenta León. Los obstáculos que enfrenta el chavismo nada tienen que ver con la erosión de su caudal electoral o la impopularidad del régimen ya que ambas situaciones se pueden corregir y compensar en forma expedita con la eficiente manipulación de las cifras por parte del Consejo Nacional Electoral chavista.
El
problema real del régimen es que existen un desgaste orgánico y una fuga
permanente de operadores civiles y militares quienes al igual que el resto de
millones de venezolanos no tienen ningún incentivo material para seguir
viviendo en Venezuela. Esto se puede apreciar especialmente en el sector militar
donde sus voceros han admitido altos índices de deserción.
Muchos
de estos operadores civiles y militares han desempeñado en el pasado tareas
esenciales en el montaje de fraudes electorales en las diferentes fases e
instancias del proceso. Sin duda estos agentes son necesarios para la estafa y
la ausencia de muchos de ellos ha tenido que ser suplida con agentes
extranjeros y otras estructuras del régimen para garantizar lo que con
desparpajo los chavistas llaman una ‘victoria perfecta”.
El
fraude electoral del 28 de julio define una coyuntura difícil para el chavismo
porque debe afinar todas sus destrezas para presentar un resultado que sea creíble
no por la población venezolana en general ni por la comunidad internacional
sino por el único sector que realmente importa en esta confrontación: sus
propias fuerzas militares.
Y no basta con
un mero y escueto anuncio de Elvis Amoroso diciendo que Nicolás Maduro ganó por
tantos votos sino que el CNE y el TSJ, controlados ambos por el chavismo,
tendrán que producir elementos de convicción legal con una racionalidad que más
o menos permita explicarle a sus propios militares como perdiendo en todas las
encuestas Nicolás Maduro logró ganar las elecciones…legalmente.
Aquí entra en
juego la trampa orquestada por el régimen y mansamente aceptada por la
oposición de la PUD/MUD argumentando que este es el mejor sistema electoral del
mundo. Frente a graves cuestionamientos sobre el manejo de los programas que
controlan las máquinas electorales y las transmisión de la data desde estas
hasta la sala de totalización del CNE los primeros que saltan a poner la mano
en el fuego para garantizar que es imposible un fraude electoral son los ex
rectores del CNE vinculados a la oposición como Vicente Díaz y el propio
Enrique Márquez. A estos hay que agregar una larga lista de expertos
electorales, analistas políticos y encuestadores que no ven o no quieren ver
hasta dónde está dispuesto a llegar el régimen para seguir en el poder.
Mientras tanto
el régimen chavista consciente de sus vulnerabilidades sigue adelante con su
1x10 en el sector militar para “depurar” a las FANB chavistas de oficiales blandos
para apartarlos de tareas esenciales y sustituirlos por otros más comprometidos
y fanáticos.
La llamada
“victoria perfecta” aspira a ser una sofisticada operación de fraude que tiene
que ser ejecutada en forma óptima, eficiente y diligente. Para lograr esto el
régimen ha encargado a la Dirección Ejecutiva de Automatización, Informática y
Telecomunicaciones (AIT) de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) en manos de la
ex rectora Socorro Hernández para que actúe como un CNE alterno también bajo el
control directo de Jorge Rodríguez.
La AIT de
PDVSA actuaría como una especie de filtro para “limpiar” las “impurezas” de la
data recibida de las mesas antes de ser transmitida al CNE. El papel de CANTV,
empresas de telecomunicaciones al servicio del régimen, será instrumental al asegurar canales y
frecuencias encriptadas para intercambiar información al tiempo que seguramente
intentará sabotear las comunicaciones ordinarias de los representantes de la
PUD/MUD en los centros de votación.
Igualmente se
ha conocido que las empresas del régimen cubano Albet, Datys, y Xetid tendrían
ya tiempo brindando asistencia técnica al CNE en materia del software que
controla las máquinas de votación, las captahuellas y el cruce de información
en tiempo real.
Con estos
recursos el régimen chavista estaría en condiciones de anunciar resultados
irreversibles sobre las 6:00 pm del 28 declarando ganador a Nicolás Maduro
(antes de que la oposición salga a la calle a cantar fraude) y seguramente para
despejar las dudas el CNE anunciaría que inmediatamente se inician las
auditorías del 100% de las mesas electorales. Esta auditoría total y expedita
consistiría en cotejar los resultados de las actas en manos de los testigos de
la PUD/MUD con los de la sala de totalización del CNE que confirmarían los
resultados favorables a Nicolás Maduro.
Este
resultado increíble será presentado a los militares como legal y plausible
aunque no se parezca a la realidad, como tampoco lo fueron los resultados del
referéndum sobre el Esequibo donde muy poca gente votó pero las FANB lo
aceptaron como válido. Esta versión será reforzada con argumentos que ayuden a
racionalizarla tales como “la oposición fue dividida con 9 candidatos”, “la
abstención volvió a perjudicar a la oposición”, “los venezolanos están
descontentos con el gobierno, pero la mayoría voto por la paz” etc.
El
28 de julio de 2024 estamos frente a una estafa electoral monumental, que más
que un acto de magia aspira a convertirse en una verdadera obra de arte del
régimen chavista.- @humbertotweets
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