Hace unos días el representante de la oposición PU/MUD pidió confiar en las máquinas del CNE por estas “...van a dar el resultado real”. Seguidamente agregó que “...las máquinas no son las que hacen el fraude”.
Estas aclaratorias
no tendrían lugar si en Venezuela existiera un mínimo de confianza en el
Consejo Nacional Electoral en particular y en el proceso de elecciones en
general.
Pero no hay
confianza el CNE ni en el sistema electoral entre muchas razones porque la
conducción de todas las fases del proceso está en manos de personas vinculadas
al gobierno y al PSUV.
Es lógico, normal y
legítimo que muchos venezolanos miren con desconfianza a un árbitro electoral
controlado por una sola de las partes y resulta comprensible que luego de esa
constatación estos venezolanos lleguen a la conclusión que no vale la pena
votar porque el voto en estas condiciones de oscuridad sencillamente no cuenta.
Cuando Omar Barboza
pide confiar en unas máquinas, que según él darán el resultado real, en
realidad lo que está pidiendo no es un voto de confianza para las máquinas sino
solicitando un cheque en blanco para el CNE y todo su sistema electoral.
Porque tal como lo
admitió el propio Barboza no son las máquinas en sí mismas las que cometen el
fraude, en tal caso serían los operadores o controladores de esa máquinas
quienes tendrían el software y las claves para hacerlo.
En defensa de la
tesis de Barboza han salido varios analistas y expertos en materia electoral
dispuestos a meter sus manos en el fuego y hasta comprometer su prestigio
profesional llegando al punto de asegurar que un fraude electoral es imposible
y en consecuencia habría que aceptar los anuncios del CNE sin protestas ni
cuestionamientos.
Sin duda, una
aseveración de este calibre puede mover a muchas personas de su escepticismo a
una posición más proclive a votar.
Pero decir que el
fraude es imposible no resuelve las dudas sobre el sistema electoral
venezolano.
Para que exista
confianza debe garantizarse la transparencia y esto es mucho más que una
declaración de buenas intenciones o un voto de confianza por adelantado.
Medidas sencillas,
pero de un profundo impacto institucional tales como la conformación de un CNE
100% neutral y un proceso manual de votación, escrutinio y posterior auditoría
del 100% de los votos despejaría las dudas sobre un resultado que pueda
ser alterado mediante fraude.
Pero nada de esto ocurrirá hasta el
día que especificas condiciones y garantías para unas elecciones transparentes
formen parte de las negociaciones y los acuerdos entre el gobierno y la
oposición.- @humbertotweets
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