El régimen chavista tiene sus objetivos claros. Esto es hacer todo lo que sea necesario para seguir en el poder, aunque eso signifique pisotear su propia Constitución de 1999. Por eso tras la apariencia de un proceso electoral semi-competitivo en el cual participa la oposición de la PU/MUD subyace una realidad que muy pocos operadores políticos quieren admitir.
En
Venezuela no hay instituciones, no existen garantías políticas y la figura de
un estado de derecho como expresión de una sociedad política organizada
regulada por leyes e instituciones es algo que desapareció en algún momento
después de 1999.
En
este contexto político las Fuerzas Armadas, que dejaron de ser de la nación
venezolana para convertirse en el brazo armado del chavismo, son en definitiva
el pilar fundamental sobre el cual descansa todo el ecosistema corrupto y
criminal del Estado chavista.
Se
puede decir, sin exagerar, que el componente militar es en buena medida el gran
elector que permite por medio de la fuerza y la violencia sobre la población
civil desarmada que el chavismo siga en el poder. Las elecciones como están
planteadas no son más que una estafa de la cual la espasmódica falsa oposición
de la PU/MUD decidió hacerse cómplice solo para negociar su propia
supervivencia.
Partimos
de la premisa que estamos frente a unas elecciones que ya han sido arregladas
de antemano y cuyos resultados favorables al régimen ya están decididos por
virtud del masivo y continuado fraude electoral. Sin embargo, a pesar de estar
frente a un resultado blindado por el Estado chavista el chavismo está en
campaña, sale a la calle a “buscar los votos” con Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez
y Diosdado Cabello tanto como lo hacen Edmundo Gonzalez, María Coria Machado y
todo el elenco de la PU/MUD.
Algunos
desprevenidos y otros no tanto se apoyan en esta observación y remarcan que
estamos frente a la irrefutable prueba que el chavismo desesperado no las tiene
todas consigo y debe salir a conquistar los votos por lo cual, dicen, se le
puede ganar por la vía electoral. Otros que quieren fingir una sospechosa
objetividad se apresuran a agregar que es seguro que al chavismo se le puede
ganar con votos, otra cosa será si el chavismo decide no entregar el poder.
Esta
suposición se apoya en la ingenuidad de esperar que el chavismo anuncie unos
resultados en contra de sí mismo y luego intente desconocerlos. La mecánica
interna del fraude parece ir por otras vías que muestran la alta probabilidad
de que el chavismo anuncie que ganó las elecciones en contra de la mayoría de
los pronósticos y las encuestas. Sobre este resultado cerrarían filas todos los
componentes del aparato estatal chavista, incluidas sus fuerzas armadas. Por
eso es comprensible que el chavismo ofrezca firmar un acuerdo para reconocer
los resultados que en la práctica sería un documento para reconocer por
anticipado el fraude electoral.
Lo
cierto es que a pesar de disponer de todos los mecanismos para perpetrar el
fraude electoral el chavismo está en campaña. ¿Por qué? Ellos mejor que nadie
saben que los votos no están decidiendo nada. Por eso la campaña chavista está
cargada de unos extraños e incomprensibles contenidos que no conectan con la
mayoría de los potenciales electores. Los ejes argumentales más notables son
las ideas de paz y soberanía. Las encuestas y la propaganda oficialista hace un
extraordinario énfasis en que los venezolanos por encima de todas las cosas lo
que más anhelan es…la paz.
Según
este discurso para la mayoría de los venezolanos no importa el hambre, la
miseria y toda la constelación de carencias materiales que se sufren en
Venezuela porque, según dicen, lo único que quiere la gente es paz. Y por
supuesto, el único que tiene el monopolio de la violencia para garantizar esta
paz armada es precisamente el régimen chavista. Pero esta manipulación queda
destrozada por la realidad al constatar que si bien es cierto la población
civil venezolana está desarmada también es cierto que diariamente se producen
cientos de protestas y manifestaciones en la calle contra el régimen chavista
lo cual evidencia que si existe una comprensión sobre la necesidad de
confrontar al chavismo para expulsarlo del poder y detener su acción
depredadora sobre Venezuela.
Sin
duda que esa falacia de una Venezuela que quiere la paz, sin justicia ni
libertad o que está dispuesta a arrodillarse para evitar la violencia del
régimen no tiene ninguna conexión con la mayoría de los venezolanos que están
en modo de supervivencia. Donde estas ideas tienen una influencia decisiva y es
precisamente hacia donde apunta la campaña del chavismo es en el seno de las
fuerzas militares.
A
los componentes militares del régimen chavista se les está suministrando un
contenido ideologizado para asegurar su total obediencia en las tareas que
garanticen el fraude electoral. Asegurar la paz armada con fundamento en la
Constitución de 1999 y siguiendo los lineamientos del aparato estatal chavista
es algo que le resultará totalmente viable a esa Fuerza Armada que es estructuralmente
obediente y a la cual se le ofrecerán todos los argumentos que sean necesarios
para racionalizar y normalizar el fraude electoral.
La
paz armada que ofrece el chavismo en su campaña electoral no busca persuadir a
los venezolanos sino más bien poner en sintonía y coordinar a los componentes
armados del régimen para defender la legalidad de un resultado aunque contenga
todos los componentes materiales y formales del
fraude.- @humbertotweets
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