La única urgencia que parece tener el régimen chavista es cruzar cuanto antes el umbral de un nuevo fraude electoral que le otorgue a Nicolás Maduro seis años más de gobierno. La urgencia no obedece a que la falsa oposición sea una amenaza real en lo político o electoral. Tampoco es la respuesta a la presión inexistente de los Estados Unidos que parece más interesado que nadie en entenderse con el régimen chavista. La ausencia de presiones reales externas sobre el régimen chavista ha permitido liberar el juego de contradicciones internas que sí podrían poner en peligro la estabilidad del Estado Chavista.
Cuando
Nicolás Maduro evade los desfiles militares no es precisamente por temor a un
ataque de la falsa oposición o de los EE.UU. Es el pánico a los disidentes
dentro de su propio grupo a lo que teme Maduro, especialmente a aquellos que
están en el sector militar donde no ha quedado más remedio que espiar a escala
masiva para tratar de entender quién es quién y donde se comienzan a cruzar las
lealtades y los cables de una posible conspiración.
En
lo político hay una larga lista de operadores chavistas, civiles y militares,
que han sido detenidos por sospecha de conspiración y otros puestos en
cuarentena o aislados incluso de cualquier participación pública. El papel del
ex ministro del Petróleo Rafael Ramírez ha sido confirmado por operadores
chavistas como la pieza clave que estaría reclutando personal civil y militar
para una insurgencia en contra de Nicolás Maduro desde las entrañas del propio
régimen. Ramírez no solo tendría las conexiones sino además los recursos para
articular una operación de esta naturaleza. Esto no es secreto para la macolla
del régimen (Maduro, hermanos Rodríguez y Padrino López) que ya está actuando
en consecuencia.
Una
crisis política y militar dentro del régimen chavista si representa un peligro
real para la estabilidad del Estado Chavista a diferencia de la participación
de la falsa oposición en el fraude electoral o de las inocuas sanciones que los
Estados Unidos le ha aplicado al chavismo. Por eso los operadores del régimen
se han movido con rapidez y destreza para tratar de avanzar a un nuevo status
quo en el cual se crean las condiciones para la cohabitación oficial con la
falsa oposición y el entendimiento con los Estados Unidos. Lograr esta
situación de aparente normalidad cuanto antes se ha convertido en la obsesión
de los jerarcas del Estado chavista cuyas bases clientelares civiles y
militares no ocultan su descontento ante el dramático fracaso de su proyecto.
Si los chicos de Voluntad Popular lograron enrolar en sus improvisadas
aventuras a militares de alto rango a cambio de promesas ¿Qué tan lejos podría
llegar Rafael Ramírez con algo más que promesas en sus alforjas?
Esta
es la razón por la cual el régimen chavista resolvió adelantar las elecciones
para el 2023. Para lograr esto no encontrará resistencia ni de la falsa
oposición ni de los Estados Unidos, ambos factores apurados también en pasar la
página de las confrontaciones con el chavismo para iniciar una nueva etapa de
tolerancia e insignificantes ataques retóricos. Establecidas y satisfechas las
demandas tanto de la falsa oposición como de los Estados Unidos, el régimen
concentraría sus fuerzas en aplastar cualquier intento de subversión desde
dentro antes de finales del 2023, si antes no ocurren eventos sobrevenidos.
Para
hacerle el trabajo fácil al régimen chavista tanto la falsa oposición como el Departamento
de Estado norteamericano han cerrado su petición fundamental en elecciones
“libres y justas”. Elecciones libres y justas no solo es una frase hueca
carente de contenido sino una petición simbólica en la cual ni siquiera la
falsa oposición y los EE.UU. se la creen. De hecho la falsa oposición ya está
embarcada en participar en el fraude electoral chavista sin ni siquiera
discutir con el chavismo unas garantías mínimas de transparencia en el proceso.
Por su parte la insistencia de los funcionarios en que se celebren elecciones
libres y justas cuanto antes solo parece calzar como anillo al dedo en la
estrategia del chavismo.
El
engaño y la estafa ocurren cuando tanto la falsa oposición y el gobierno norteamericano
piden escuetamente unas elecciones “libres y justas” sin molestarse en darle un
contenido y un sentido con alguna significación a esa frase que es vendida como
la exigencia más contundente para obligar al chavismo a negociar. Toda una
burla en la cara de los venezolanos. Pero esta no es la primera vez que ocurre.
Ya son 20 años de estafas y engaños.
Mientras
la falsa posición y los EE.UU. siguen enredados en su juego de palabras el
régimen chavista y sus órganos no perderían un minuto en llenar de contenido la
frase hueca. Toda la pseudo legalidad en la que se monta el régimen chavista y
que es incondicionalmente aceptada por la falsa oposición y los Estados Unidos
entrara en acción para explicar lo que son unas elecciones libres y justas.
Para que se cumpla con esos extremos solo haría falta “forzar'' al chavismo
para que en la mesa de negociaciones acepte una fecha cierta, la inscripción de
varios candidatos, la presencia de testigos internacionales, y el compromiso de
aceptar los resultados que anuncie el Consejo Electoral chavista. Todo sería
acordado, decidido y resuelto según la “legalidad” establecida desde 1999 y
cuyos resultados ya son conocidos.
Así
las demandas de tanto de la falsa oposición como de los Estados Unidos se
verían totalmente satisfechas y presentadas como una victoria que se le arranca
al régimen. Todos tendrán sus elecciones libres y justas…a la medida que
conviene al chavismo.- @humbertotweets
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