jueves, 29 de abril de 2021

Esas FANB no son nuestras

            Desde hace mucho tiempo, aun estando vivo Hugo Chávez, el chavismo perdió apoyo popular. El mito de la supuesta fuerza política del chavismo sobrevivió unos años más hasta que la fabricación de resultados electorales a la medida del régimen demostró que todo era un vulgar fraude.

            Pero, ?cómo explicar al chavismo en el poder sin apoyo popular? Lo que es más, ?cómo se podría explicar al chavismo en el poder con el rechazo del 90% de la población? La respuesta está en la traición de las Fuerzas Armadas de Venezuela como institución. En lugar de estar al servicio de los intereses de la nación en su conjunto esta fuerza armada fue puesta de rodillas al servicio del gobierno chavista.

            La postración de las fuerzas armadas ante el régimen chavista es lo que puede explicar que el chavismo siga en el poder a pesar continuar despedazando la nación venezolana. Sin instituciones, sin garantías y sin fuerzas armadas la población civil venezolana está literalmente a merced de los caprichos de la camarilla gobernante.

            Para reducir al sector militar al papel de brazo armado del régimen era necesario no solo cambiarle su nombre, sino también su doctrina y sus funciones. A partir de Chávez a ese cuerpo se le agregaría el adjetivo de “bolivariano” para dejar clara su subordinación al estado chavista. En lugar de defender la integridad del territorio nacional y sus fronteras estas fuerzas armadas se ocuparían de someter por la fuerza y la violencia a la población civil. Y ahora los nuevos aliados políticos y militares de esas fuerzas armadas no serían ya los estados democráticos, ni siquiera los países vecinos. La nueva doctrina militar justificaría alianzas con grupos guerrilleros y estados terroristas tales como las FARC e Irán.

            Esa política del estado chavista de alianzas con la guerrilla y el narcotráfico, que es abrazada por el CEOFANB, se va reproduciendo en formas mucho más concretas a lo largo de toda la pirámide militar. La descomposición en las FANB chavistas se puede constatar hasta en los niveles más bajos de esa oficialidad. La extorsión a ganaderos y comerciantes en la frontera, el control de las rutas del narcotráfico y la matraca en las estaciones de gasolina son la mejor evidencia. Incluso los soldados inexpertos y mal alimentados que son enviados a la frontera se sienten con el derecho de saquear casas y robar, incentivados por el ejemplo de sus superiores.

            A Propósito de las últimas emboscadas de la FARC-Gentil Duarte contra las FANB chavistas en Apure donde fueron asesinados más de una decena de militares, algunos oficiales se quejan amargamente de la indiferencia de los venezolanos. Y no podría ser de otra forma. Esas fuerzas armadas que defienden los intereses de Jesús Santrich, Iván Márquez y la Nueva Marquetalia en la frontera con Colombia no son nuestras fuerzas armadas. Ni la guerra en la que están embarcados es nuestra.

            Los venezolanos asociamos esas FANB chavistas con la cobardía de arrasar las protestas y masacrar a los jóvenes que se enfrentaron al régimen chavista con palos, piedras y escudos de cartón. Estas son las mismas fuerzas armadas que ajusticiaron a Oscar Pérez luego de su rendición. Las mismas que en forma sistemática y masiva han venido abusando y masacrando a todos los venezolanos que se oponen al régimen chavista.

            Esto explica que la mayoría de los venezolanos veamos no solo con indiferencia sino con desprecio a unas FANB que le están limpiando el terreno a Santrich en Apure, sacrificando soldados, hambrientos e inexpertos, en una guerra que no entienden y que definitivamente no corresponde a los intereses de la nación venezolana.

            Orgánicamente es imposible salvar a una fuerza armada desprofesionalizada, cuya función ha sido completamente desnaturalizada para ponerla al servicio del crimen. Si algunos oficiales individualmente quisieran redimirse y ser respetados por los venezolanos tendrían que separarse rápidamente del putrefacto y gangrenado cuerpo para crear un núcleo integro a partir del cual se pueda recuperar el honor y los valores para la conformación de unas fuerzas armadas verdaderamente republicanas cuyo único propósito  sea la defensa de la nación venezolana y no otro.-  @humbertotweets

 

 

miércoles, 28 de abril de 2021

Caracterizar al estado chavista para derrotarlo

            Decidir entre ir o no a elecciones, entre negociar o no con el chavismo no puede ser producto de una reacción espasmódica frente al régimen sino el resultado de una correcta y descarnada caracterización del mismo. Por no entender la naturaleza del régimen chavista la oposición se ha embarcado, desde 1999, en marchas y contramarchas que oscilan entre elecciones, fracasados intentos conspirativos, pasando por las negociaciones que suelen ser el recurso preferido del chavismo. Por eso algunos admiten con frustración “lo hemos intentado todo” para seguidamente justificar el regreso al mismo eterno círculo vicioso de negociaciones-elecciones-negociaciones.

            Si se parte de la idea que lo que tenemos al frente es un mal gobierno -el chavista- que simplemente fracasa en su objeto de ejecutar planes y programas para beneficio de todos y por esto es repudiado por la mayoría de los venezolanos, entonces este enfoque nos llevaría hacia una determinada perspectiva de lucha.

            Esta confrontación asume que en teoría hay una legalidad y unas instituciones que garantizan la vía electoral para corregir al mal gobierno y eventualmente provocar la alternabilidad en el poder. Este era más o menos el régimen político de estado de partidos que había en Venezuela hasta 1999.

            Si por el contrario determinamos los rasgos característicos del régimen chavista no ya como un mal gobierno sino como un estado que ha secuestrado todas las instituciones -incluyendo la militar- y asume el crimen como política para mantenerse en el poder, entonces para derrotarlo tendremos que optar unas tácticas y estrategias y no por otras.

            La pregunta que debería ser el inicio de cualquier análisis político y militar es: ¿Qué es el régimen chavista? ¿Un simple mal gobierno? ¿O acaso es una entidad que asume el crimen como política de estado? Esta definición es la que en forma rigurosa debería gobernar las estrategias y tácticas de lucha de la oposición, no otras consideraciones de carácter psicológico o inclusive clientelar.

            Asumir al estado chavista como un mal gobierno es la caracterización que ha arrastrado a la falsa oposición desde 1999 a una serie sucesiva de fracasos en sus intentos por  sacar al chavismo del poder. Al justificar “dar la pelea desde adentro” esta oposición se ha convertido en defensora de un régimen político y una pseudo legalidad diseñados ambos a la medida del estado chavista. ¿Qué perspectiva de lucha podría ofrecer una oposición que comienza sus proclamas jurando lealtad a la constitución chavista de 1999?

            La caracterización del chavismo como un mal gobierno es el sustento de tesis que regresan nuevamente a las fracasadas fórmulas de negociaciones-elecciones. Desde este ángulo se asume equivocadamente que el chavismo estaría dispuesto a discutir civilizadamente las condiciones de su rendición lo cual quedaría refrendado en unas elecciones cuyo resultado adverso ellos podrían aceptar.

            Pero esto es algo que ya se ha intentado y ha fracasado. ¿Por qué insistir? La debilidad de esta tesis para enfrentar al chavismo ya ha sido demostrada varias veces desde 1999. Y su impotencia es la que conduce a sus mentores a justificar políticas de cohabitación con el régimen con la falsa promesa de una transición progresiva, que por supuesto nunca ocurre.

            Nosotros por el contrario tomamos partido por la tesis que el régimen chavista no es un mal gobierno, es un estado que hace del crimen su política para mantenerse en el poder incluso al precio de sacrificar a su propia población civil o desaparecer a la nación venezolana.

            Esta caracterización obliga a plantear la confrontación con el chavismo no en términos de un debate electoral sino más bien como una lucha vital y existencial para todos los venezolanos. Las definiciones derivadas de esta premisa nos llevarían a escenarios totalmente distintos a los propuestos hasta hoy por la falsa oposición en Venezuela .Por ejemplo, tendríamos que comenzar por asumir la tesis de la ruptura con el régimen político chavista y su constitución en lugar de insistir en su defensa.

Por definición el terreno de lucha no podría ser el de la transición y la cohabitación que deje intactas las mafias en las cuales se sostiene el estado chavista. El espacio racional para el desarrollo de esta confrontación es el de la insurrección civil y militar que por vías de fuerza expulse al chavismo del  poder. Pero todo comienza con una correcta caracterización del enemigo a derrotar.-  @humbertotweets

 

 

lunes, 26 de abril de 2021

Caracterizar al estado chavista para derrotarlo

            Decidir entre ir o no a elecciones, entre negociar o no con el chavismo no puede ser producto de una reacción espasmódica frente al régimen sino el resultado de una correcta y descarnada caracterización del mismo. Por no entender la naturaleza del régimen chavista la oposición se ha embarcado, desde 1999, en marchas y contramarchas que oscilan entre elecciones, fracasados intentos conspirativos, pasando por las negociaciones que suelen ser el recurso preferido del chavismo. Por eso algunos admiten con frustración “lo hemos intentado todo” para seguidamente justificar el regreso al mismo eterno círculo vicioso de negociaciones-elecciones-negociaciones.

            Si se parte de la idea que lo que tenemos al frente es un mal gobierno -el chavista- que simplemente fracasa en su objeto de ejecutar planes y programas para beneficio de todos y por esto es repudiado por la mayoría de los venezolanos, entonces este enfoque nos llevaría hacia una determinada perspectiva de lucha.

            Esta confrontación asume que en teoría hay una legalidad y unas instituciones que garantizan la vía electoral para corregir al mal gobierno y eventualmente provocar la alternabilidad en el poder. Este era más o menos el régimen político de estado de partidos que había en Venezuela hasta 1999.

            Si por el contrario determinamos los rasgos característicos del régimen chavista no ya como un mal gobierno sino como un estado que ha secuestrado todas las instituciones -incluyendo la militar- y asume el crimen como política para mantenerse en el poder, entonces para derrotarlo tendremos que optar unas tácticas y estrategias y no por otras.

            La pregunta que debería ser el inicio de cualquier análisis político y militar es: ¿Qué es el régimen chavista? ¿Un simple mal gobierno? ¿O acaso es una entidad que asume el crimen como política de estado? Esta definición es la que en forma rigurosa debería gobernar las estrategias y tácticas de lucha de la oposición, no otras consideraciones de carácter psicológico o inclusive clientelar.

            Asumir al estado chavista como un mal gobierno es la caracterización que ha arrastrado a la falsa oposición desde 1999 a una serie sucesiva de fracasos en sus intentos por  sacar al chavismo del poder. Al justificar “dar la pelea desde adentro” esta oposición se ha convertido en defensora de un régimen político y una pseudo legalidad diseñados ambos a la medida del estado chavista. ¿Qué perspectiva de lucha podría ofrecer una oposición que comienza sus proclamas jurando lealtad a la constitución chavista de 1999?

            La caracterización del chavismo como un mal gobierno es el sustento de tesis que regresan nuevamente a las fracasadas fórmulas de negociaciones-elecciones. Desde este ángulo se asume equivocadamente que el chavismo estaría dispuesto a discutir civilizadamente las condiciones de su rendición lo cual quedaría refrendado en unas elecciones cuyo resultado adverso ellos podrían aceptar.

            Pero esto es algo que ya se ha intentado y ha fracasado. ¿Por qué insistir? La debilidad de esta tesis para enfrentar al chavismo ya ha sido demostrada varias veces desde 1999. Y su impotencia es la que conduce a sus mentores a justificar políticas de cohabitación con el régimen con la falsa promesa de una transición progresiva, que por supuesto nunca ocurre.

            Nosotros por el contrario tomamos partido por la tesis que el régimen chavista no es un mal gobierno, es un estado que hace del crimen su política para mantenerse en el poder incluso al precio de sacrificar a su propia población civil o desaparecer a la nación venezolana.

            Esta caracterización obliga a plantear la confrontación con el chavismo no en términos de un debate electoral sino más bien como una lucha vital y existencial para todos los venezolanos. Las definiciones derivadas de esta premisa nos llevarían a escenarios totalmente distintos a los propuestos hasta hoy por la falsa oposición en Venezuela .Por ejemplo, tendríamos que comenzar por asumir la tesis de la ruptura con el régimen político chavista y su constitución en lugar de insistir en su defensa.

Por definición el terreno de lucha no podría ser el de la transición y la cohabitación que deje intactas las mafias en las cuales se sostiene el estado chavista. El espacio racional para el desarrollo de esta confrontación es el de la insurrección civil y militar que por vías de fuerza expulse al chavismo del  poder. Pero todo comienza con una correcta caracterización del enemigo a derrotar.-  @humbertotweets

 

 

domingo, 25 de abril de 2021

La ilusión del gobierno interino solo sirve al chavismo

            “Deseos no preñan” es un refrán muy popular venezolano que contiene una potente carga de materialismo político. Literalmente sería como decir con el puro deseo es imposible embarazar a una mujer. Hay que hacer algo más. Esto aplicado a la política es la brutal e inevitable confrontación entre la realidad y la fantasía. En otras palabras, una cosa es lo realmente existente y otra lo que uno quiere que sea.

            Hay una tendencia perversa que ha dominado a la oposición venezolana desde 1999 y es aferrarse a las ilusiones para alimentar falsas esperanzas de un atajo cortoplacista y fácil para salir del chavismo. Esa concepción idealista de la política es la que llevó desde un principio a ignorar las graves señales que lo que teníamos al frente era un enemigo inédito que habría que enfrentar igualmente con fórmulas inéditas, no con las ya conocidas de negociaciones y elecciones.

            Desde un primer momento el chavismo mostró con claridad su intención de usar  el gobierno para controlar el estado e imponer incluso con una constitución a su medida un nuevo régimen político. Esto planteaba entonces una confrontación definitiva para desmontar por la fuerza ese régimen político, no para disputarle electoralmente el gobierno al chavismo sino para detener su plan de controlar todas las instituciones, incluyendo la militar.

            Diferentes tendencias y operadores se han alternado desde 1999 en la conducción de la llamada oposición venezolana, que con el tiempo sería rebautizada por los venezolanos como la falsa oposición por su línea colaboracionista con el régimen chavista. Por allí han pasado Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, Henrique Capriles Radonski, etc. La última etapa es la que le ha tocado a Voluntad Popular y Leopoldo López.

            Aunque las tácticas han variado la estrategia se ha mantenido intacta: La visión cortoplacista de emprender acciones espasmódicas para “presionar” al régimen chavista hacia unas negociaciones que a su vez conduzcan a unas elecciones. Todas las movilizaciones, las protestas en la calle, incluso las improvisadas chapuzas militares, como la del 30 de abril de 2019, han sido concebidas con la lógica de crear una amenaza que, según ellos mismo dicen, sea “creíble” para el chavismo y que este eventualmente acceda a abandonar el poder.

            Esta política colaboracionista que se expresa en el círculo vicioso de negociaciones-elecciones-negociaciones es la que le ha facilitado al chavismo atornillarse al poder. Esta es una política que está históricamente condenada al fracaso porque para triunfar depende de la voluntad del adversario. Pero en su desarrollo esta estrategia va construyendo espejismos que la ayudan a justificarse ante miles de venezolanos que en su desesperación estarían  dispuestos a ser víctimas voluntarias de la estafa política.

            Por ejemplo, la ilusión de unas negociaciones entre la falsa oposición y el régimen chavista que lleven a unas elecciones que los saque del poder es tan fantasiosa como ese constructo clientelar que llaman gobierno interino. El mal llamado gobierno interino que preside Juan Guaidó es una creación de la Asamblea Nacional del 2015 que pretendía vender la idea que la caída del chavismo estaba a la vuelta de la esquina.

            Pero esto no ha ocurrido, a pesar de una veintena de países llamados “comunidad internacional” que dicen apoyar al interinato. La realidad es que el estado chavista sigue controlando las fuerzas militares y el territorio. La otra realidad es que el llamado gobierno interno lejos de ser un gobierno real alternativo al régimen chavista ha degenerado en una oficina de lobby para contratos y otros negocios. Esto es el resultado no de una ambigua e indefinida comunidad internacional, sino del apoyo real y concreto del gobierno de los Estados Unidos que a través de la OFAC ha venido liberando el control de los activos de Venezuela en el exterior para entregarlos sin control, auditoría, ni rendición de cuentas al llamado gobierno interino. Solo en esa capacidad para decidir sobre los activos de Venezuela en el exterior radica el poder, más financiero que político, del hamponato interino que preside Juan Guaidó.

            Leopoldo López, Juan Guaidó y Voluntad Popular son hoy los herederos de esa política que por más de dos décadas ha fracasado en derrocar al chavismo pero que ha probado ser un negocio exitoso para los operadores del G4 que controlan la Asamblea Nacional y el Interinato. Mientras los EEUU le siga entregando millones de dólares al interinato poco importará que el apoyo internacional a este se siga erosionando. La falsa oposición tendrá los recursos para seguir pagando por esa costosa maquinaria de propaganda cuyo único fin es persuadir a los venezolanos que “los deseos si preñan y que si todos nos unimos en torno a la falsa oposición lo podemos lograr”. Si lo permitimos serán otras dos décadas de estafa política y de consecuente barbarie chavista.-  @humbertotweets

 

 

jueves, 22 de abril de 2021

La ilusión del gobierno interino solo sirve al chavismo

            “Deseos no preñan” es un refrán muy popular venezolano que contiene una potente carga de materialismo político. Literalmente sería como decir con el puro deseo es imposible embarazar a una mujer. Hay que hacer algo más. Esto aplicado a la política es la brutal e inevitable confrontación entre la realidad y la fantasía. En otras palabras, una cosa es lo realmente existente y otra lo que uno quiere que sea.

            Hay una tendencia perversa que ha dominado a la oposición venezolana desde 1999 y es aferrarse a las ilusiones para alimentar falsas esperanzas de un atajo cortoplacista y fácil para salir del chavismo. Esa concepción idealista de la política es la que llevó desde un principio a ignorar las graves señales que lo que teníamos al frente era un enemigo inédito que habría que enfrentar igualmente con fórmulas inéditas, no con las ya conocidas de negociaciones y elecciones.

            Desde un primer momento el chavismo mostró con claridad su intención de usar  el gobierno para controlar el estado e imponer incluso con una constitución a su medida un nuevo régimen político. Esto planteaba entonces una confrontación definitiva para desmontar por la fuerza ese régimen político, no para disputarle electoralmente el gobierno al chavismo sino para detener su plan de controlar todas las instituciones, incluyendo la militar.

            Diferentes tendencias y operadores se han alternado desde 1999 en la conducción de la llamada oposición venezolana, que con el tiempo sería rebautizada por los venezolanos como la falsa oposición por su línea colaboracionista con el régimen chavista. Por allí han pasado Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, Henrique Capriles Radonski, etc. La última etapa es la que le ha tocado a Voluntad Popular y Leopoldo López.

            Aunque las tácticas han variado la estrategia se ha mantenido intacta: La visión cortoplacista de emprender acciones espasmódicas para “presionar” al régimen chavista hacia unas negociaciones que a su vez conduzcan a unas elecciones. Todas las movilizaciones, las protestas en la calle, incluso las improvisadas chapuzas militares, como la del 30 de abril de 2019, han sido concebidas con la lógica de crear una amenaza que, según ellos mismo dicen, sea “creíble” para el chavismo y que este eventualmente acceda a abandonar el poder.

            Esta política colaboracionista que se expresa en el círculo vicioso de negociaciones-elecciones-negociaciones es la que le ha facilitado al chavismo atornillarse al poder. Esta es una política que está históricamente condenada al fracaso porque para triunfar depende de la voluntad del adversario. Pero en su desarrollo esta estrategia va construyendo espejismos que la ayudan a justificarse ante miles de venezolanos que en su desesperación estarían  dispuestos a ser víctimas voluntarias de la estafa política.

            Por ejemplo, la ilusión de unas negociaciones entre la falsa oposición y el régimen chavista que lleven a unas elecciones que los saque del poder es tan fantasiosa como ese constructo clientelar que llaman gobierno interino. El mal llamado gobierno interino que preside Juan Guaidó es una creación de la Asamblea Nacional del 2015 que pretendía vender la idea que la caída del chavismo estaba a la vuelta de la esquina.

            Pero esto no ha ocurrido, a pesar de una veintena de países llamados “comunidad internacional” que dicen apoyar al interinato. La realidad es que el estado chavista sigue controlando las fuerzas militares y el territorio. La otra realidad es que el llamado gobierno interno lejos de ser un gobierno real alternativo al régimen chavista ha degenerado en una oficina de lobby para contratos y otros negocios. Esto es el resultado no de una ambigua e indefinida comunidad internacional, sino del apoyo real y concreto del gobierno de los Estados Unidos que a través de la OFAC ha venido liberando el control de los activos de Venezuela en el exterior para entregarlos sin control, auditoría, ni rendición de cuentas al llamado gobierno interino. Solo en esa capacidad para decidir sobre los activos de Venezuela en el exterior radica el poder, más financiero que político, del hamponato interino que preside Juan Guaidó.

            Leopoldo López, Juan Guaidó y Voluntad Popular son hoy los herederos de esa política que por más de dos décadas ha fracasado en derrocar al chavismo pero que ha probado ser un negocio exitoso para los operadores del G4 que controlan la Asamblea Nacional y el Interinato. Mientras los EEUU le siga entregando millones de dólares al interinato poco importará que el apoyo internacional a este se siga erosionando. La falsa oposición tendrá los recursos para seguir pagando por esa costosa maquinaria de propaganda cuyo único fin es persuadir a los venezolanos que “los deseos si preñan y que si todos nos unimos en torno a la falsa oposición lo podemos lograr”. Si lo permitimos serán otras dos décadas de estafa política y de consecuente barbarie chavista.-  @humbertotweets

 

 

domingo, 18 de abril de 2021

Régimen chavista es peor que el Coronavirus

            A Venezuela le ha tocado enfrentar el Coronavirus a merced del régimen chavista y su falsa oposición. Desde el momento en que la pandemia del Coronavirus fue oficialmente reconocida por la mayoría de los países en el 2020 hasta ahora ha transcurrido un poco más de un año. La pandemia no atacó por igual a todos los países. Mientras países en América del Norte, Europa y Asia sucumbían ante la cifra diaria de contagiados y fallecidos otros países como la Venezuela del régimen chavista no quisieron prestar atención a la pandemia como si se tratase de un evento lejano que nunca nos iba a tocar.

Ante la ausencia de cifras oficiales en materia de economía y salud en Venezuela no hay forma de hacer un diagnóstico basado en la realidad para saber qué es lo que está ocurriendo. Solo el trabajo de algunos periodistas independientes y de organizaciones no gubernamentales, ambos con muy limitados recursos, podrían arrojar pistas de la dimensión de la tragedia.

Desde el comienzo de la pandemia el régimen chavista ha tenido muy clara su prioridad: Mantenerse en el poder al precio que sea. En lugar de aprovechar prácticamente un año de gracia cuando el nivel de contagios era menor en Venezuela para desarrollar un plan nacional agresivo de prevención y control de la pandemia el estado chavista solo se ocupó de ocultar las cifras reales del número de personas contagiadas. Pero se llegó a un punto en el cual ya la crisis no se podía negar ante el dramático aumento de cifras mortales cada día que se disparó a finales del 2020 y sigue creciendo y cobrando víctimas.

Las cifras que admite oficialmente el régimen chavista sobre el número de contagios y fallecimientos son la peor expresión de burla y cinismo contra los venezolanos. Delcy Rodríguez solo reconoce 1122 casos de contagiados y reporta en un día el fallecimiento de tan solo 19 personas por Coronavirus. Pero la cruda realidad es que las morgues están colapsadas, las casas funerarias ya no tienen capacidad para incinerar a los fallecidos y las redes sociales están inundadas de miles de historias que reportan la pérdida de seres queridos por una pandemia que se propaga en forma exponencial por culpa del chavismo.

Los trabajadores de la salud, médicos y enfermeras, están en una carrera contra el tiempo tratando desesperadamente de honrar su juramento hipocrático en un último esfuerzo para salvar vidas. Pero este esfuerzo ocurre a pesar del estado chavista que al día de hoy no tiene un plan para enfrentar el coronavirus y solo le hace seguimiento a la pandemia para asegurarse que su impacto no los sacará del poder.

El desprecio y el desdén del chavismo por la vida de los venezolanos se hace patente en eventos como la celebración orgiástica de una boda de unos familiares del infame Tarek William Saab desafiando reglas de distanciamiento social y cuarentena que le son impuestas a millones de venezolanos, pero que no aplican para los miembros del régimen.

Más de 800 invitados del entorno de William Saab se reunieron y celebraron pensando quizás que los chavistas estaban hechos de una materia que los hace inmunes al Coronavirus. El resultado fue la rápida propagación del virus en El Tigre incluyendo entre las víctimas fatales a miembros del entorno del poeta de la muerte.

Por supuesto, no nos enteramos de esta desgraciada celebración por los medios oficialistas sino por la audaz y documentada crónica de la valiente escritora Milagros Mata Gil quien tuvo que pagar con su libertad por escribir la verdad.

Mientras el coronavirus avanza en Venezuela con su efecto devastador el régimen chavista de Nicolás Maduro no tiene un plan de prevención y control, menos aún un plan de vacunación y tan solo le ofrecen a los incautos unas goticas milagrosas que no usan ni siquiera los miembros del régimen. Ante la posibilidad de que el régimen chavista adquiera unas vacunas a través del sistema COVAX ya han anunciado que serán distribuidas a través del llamado sistema patria que solo beneficiaría a los chavistas registrados.

El chavismo enfrenta la pandemia del coronavirus con la misma indolencia y negligencia que ejerció para desmantelar la industria petrolera. Solo tienen un objetivo en mente y es mantenerse en el poder como sea. Sus pares de la falsa oposición, incapaces de articular una estrategia para sacar al chavismo del poder, abogan por despolitizar el tema del coronavirus en Venezuela lo que significa dejar que el chavismo siga reinando en el caos, sin reparar que es eso precisamente lo que quieren para usar la pandemia en su favor.

Mientras sea el estado chavista quien decida que hacer sobre la pandemia o decida a quien se vacuna y a quien no cientos de miles de venezolanos estarán condenados inevitablemente a desaparecer. Sin duda, los efectos del estado chavista en el poder son más nefastos, devastadores y letales que los del propio coronavirus.- @humbertotweets

 

 

domingo, 11 de abril de 2021

No contamos con las FANB

            Quienes proponemos la salida del régimen chavista por vías de fuerza estamos obligados a valorar cuál podría ser el papel de la actual fuerza armada en la encrucijada de este conflicto.

Ante la constatación que la población civil venezolana está completamente desarmada habría que evaluar si los militares con sus armas se enfrentan contra el régimen chavista y se ponen al lado del pueblo. Quizás en los primeros años del chavismo esto era posible. Hoy la corrupción, complicidad y deterioro de las Fuerzas Armadas es tal que su grado de traición y servilismo con el régimen las hacen prácticamente insalvables para una misión patriótica de este calibre.

Sin embargo, aún existen pequeños focos e individuales dentro de esa fuerza armada chavista que en algún momento y dadas circunstancias específicas podrían eventualmente insurgir contra el régimen. Pero no podemos esperar un realineamiento de las FANB en su conjunto como institución porque su papel ha sido desnaturalizado y sus objetivos totalmente pervertidos.

Ni siquiera en el escenario de una intervención militar internacional (hoy prácticamente inviable) o de una fractura militar interna es posible pensar en recuperar incluso alguna parte o componente de esa institución. En otros países que han enfrentado conflictos similares las fuerzas armadas han sido un factor clave para garantizar el orden y asegurar la transición hacia un nuevo régimen político. Pero ese no es el caso de Venezuela.

Las recientes actuaciones de las FANB en defensa de los intereses del grupo de las FARC que lideran Jesús Santrich e Iván Márquez son la mejor evidencia que esa fuerza armada tiene más conexiones y coincidencias político-militares con la guerrilla colombiana que con el estado colombiano.

Hay quienes desde la falsa oposición siguen hablando de unas fuerzas armadas inmaculadas e impolutas como si estas fuesen algo distinto al chavismo. Las defienden y las justifican quizás con la secreta esperanza de que algún día estas se cansen de sostener al chavismo y decidan como institución apoyar un cambio político. Esta posición es absolutamente ingenua porque se niega a reconocer la realidad y esta no es otra que las FANB y el chavismo son exactamente lo mismo.

El régimen chavista ha resuelto declararle la guerra al estado colombiano en su propio territorio al apoyar militar y políticamente el proyecto de la Nueva Marquetalia de Santrich y Márquez. Para esto el chavismo le ha dado la tarea a las FANB de expulsar al otro grupo de las FARC liderado por alias Gentil Duarte de las zonas que controla en Apure. Una de las consecuencias directas de esta acción ha sido el desplazamiento de más de 6 mil venezolanos de las zonas de La Victoria y El Ripial para buscar refugio en Arauquita, Colombia. Irónicamente, estos compatriotas huyen no de la guerrilla colombiana sino de la barbarie del ejército chavista que les saquea, abusa y asesina.

No se puede justificar y menos defender el papel de las FANB y su caricatura del Escudo Bolivariano en Apure. Las FANB chavistas están orgánicamente comprometidas con sus generales, jefes de Zodis y demás oficiales en defender los territorios de un grupo de las FARC y al mismo tiempo beneficiarse de una economía irregular instalada en la zona y basada en actividades criminales tales como el robo, el contrabando, la prostitución, la extorsión, el secuestro, pero sobre todo el control, de las rutas del narcotráfico que son compartidas con grupos irregulares de las FARC y el ELN.

Definitivamente con esas FANB no podremos contar los venezolanos para liberarnos de la tiranía. Esas fuerzas militares que en su conjunto han perdido su horizonte como defensoras de la integridad del territorio y hay que liquidarlas política y militarmente junto al resto del régimen chavista para rehacer al estado venezolano y su componente militar que deberán estar alineados con los intereses de la nación venezolana y no con otros.- @humbertotweets