Siempre hemos dicho que la salida del régimen chavista será por vías de fuerza. No porque seamos guerreristas o amantes de la violencia. Es más bien un reconocimiento al agotamiento de todas las formas políticas posibles para salir democráticamente de un régimen que controla todas las instituciones, incluyendo la fuerza armada para mantenerse arbitrariamente en el poder.
También hemos
defendido con vehemencia la tesis de una intervención militar internacional en
Venezuela, no porque celebremos que alguien venga a hacernos el favor de salir
del chavismo. Se trata igualmente de la constatación del profundo estado de
debilidad e indefensión en que nos encontramos los venezolanos frente a una
fuerza armada que en lugar de defender las fronteras y mantener la paz y el
orden arremeten diariamente contra la población civil. Esto quiere decir que el
alto poder de fuego y la logística militar del estado venezolano está al
servicio de la camarilla gobernante.
La tesis de la
intervención militar internacional en Venezuela está plenamente justificada no
solo por la desproporción de la confrontación armada entre civiles y militares
sino también por el peligro que representa el régimen chavista para los demás
países en la región incluidos los Estados Unidos por sus vinculaciones reales
con grupos y estados terroristas.
Con
Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos hubo una pequeña
posibilidad de materializar esa intervención quirúrgica al estilo Soleimani
para liquidar la cúpula civil y militar del régimen chavista. Sin embargo esa
propuesta encontró el rechazo de la propia burocracia diplomática de Trump y la
indiferencia del gobierno interino de Juan Guaidó quien nunca se atrevió ni
siquiera a pedir asistencia militar.
Hoy
el gobierno de los Estados Unidos, único país que podría liderar una acción de
esta naturaleza, está bajo el control de los demócratas y Joe Biden. Los
demócratas, consecuentes con una política blandengue frente a regímenes como
los de Venezuela, Cuba y Nicaragua, han regresado a los tiempos de Barack Obama
y proclaman orgullosamente que “los Estados Unidos no promoverán la democracia
con intervenciones militares” (Blinken, Marzo 2021).
Esto
por supuesto se refiere a Venezuela y a la política que impulsa Biden de
provocar cualquier tipo de negociación y acuerdo entre la falsa oposición y el
régimen chavista. Claro, esta tesis solo es buena para los países
suramericanos, no para los del medio oriente donde luego del ataque militar de
los Estados Unidos a Siria podemos ver que esa región seguirá siendo el foco de
atención de los EEUU y no América del sur y menos aún Venezuela.
La
nueva diplomacia norteamericana acaba de refritar un decreto de Obama
calificando al régimen chavista como una “amenaza inusual y extraordinaria para
la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos,” expresión
ambigua que pretende desconocer la verdadera naturaleza de un estado que no
solo patrocina el terrorismo sino que se apoya en el para seguir en el poder y
que representa quizás una amenaza superior a la de Siria por estar en su ámbito
geográfico de influencia. Llamar al chavismo “amenaza inusual” en lugar de
estado terrorista luce más como un pícaro guiño de ojo y no una advertencia.
Ya
lo dijo Geoff Ramsey vocero del gobierno norteamericano, refiriéndose a
Venezuela “hay que volver a una estrategia basada en la presión doméstica, en
lograr tanto presión como una negociación eficaz que logre una solución
política a la crisis.” Palabras claves: Presión doméstica y negociación eficaz.
¿Qué quiere decir esto? Que los demócratas seguirán centrados en los temas del
medio oriente y dejaran el tema Venezuela en manos de la inercia de unas
negociaciones y unas elecciones que terminaran por atornillar al chavismo por
lo menos cuatro años más, salvo que alguna poderosa conmoción política interna
dicte otra cosa.
Lo más
probable es que el resto de países que dicen apoyar a Venezuela sigan el
ejemplo de los Estados Unidos y alienten esa perversa política que deja el
destino de millones de venezolanos en las manos del régimen chavista y la falsa
oposición en el eterno círculo vicioso elecciones-negociaciones que seguramente
producirá los mismos resultados. Y así pasarán cuatro años. Con esa diplomacia
internacional definitivamente no se cuenta. Solo contamos con nosotros mismos y
con nuestras capacidades para organizarnos en rebelión civil y militar para
sacar al chavismo del poder por vías de hecho.-
@humbertotweets
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