domingo, 26 de agosto de 2018

Fetichismo democrático


La falsa oposición vive políticamente de propagar ilusiones y esperanzas. Así ha sido durante casi dos décadas con una prédica que intenta convocar a las masas a luchar “democráticamente” contra la tiranía chavista.
Lo de la lucha democrática se redujo a la mera participación electoral con la vana esperanza de que algún día el régimen,  en caso de perder el poder, respetaría los resultados. En efecto el caudal chavista de 1998 se fue erosionando rápidamente con el tiempo, pero producto del sistemático fraude electoral nunca hubo forma de “cobrar” esos resultados.
Esa oposición privilegió una sola forma de lucha contra el régimen chavista, la electoral. Esto ha sido el resultado de varias lecturas equivocadas sobre la situación en Venezuela. En primer lugar fracasaron en caracterizar a tempo que lo que teníamos al frente era una tiranía con barnices democráticos y luego en pensar que ese régimen podría ceder el poder en forma “democrática”.
La falsa oposición justificó de mil maneras una conducta que con el tiempo se reconocería como colaboracionista porque ayudaba al régimen en su propósito de vender una imagen democrática pero al mismo tiempo creaba falsas esperanzas de un cambio político y debilitaba las opciones insurreccionales.
Esta oposición no ha reparado que al defender sus formas de luchas democráticas y electorales también defendía al régimen suplidor de esas formas. Todo en nombre de una supuesta lucha democrática.
Hoy estamos frente a una coyuntura caracterizada por la crisis terminal del estado chavista incapaz de gobernar el país. Pareciera que en otro ejercicio de improvisación característico la falsa oposición ha optado por “dejar pasar el tiempo” mientras espera el derrumbe del régimen. Han sido muy expresivos a la hora de desmarcarse de otras opciones de cambio político más bien dictadas por la realidad. No quieren que se les asocie con fracturas militares o intervenciones internacionales, en su lugar prefieren formas democráticas de protesta que no irriten tanto al régimen como el paro de 24 horas.
Bien sea producto de una implosión, o de una crisis militar sobrevenida la falsa oposición parece “oler” la inminencia de un cambio y desde ya asoma su nueva tesis: La transición democrática. Esto sería básicamente negociar con elementos del régimen depuesto para hacer un nuevo gobierno de “unidad nacional” que convoque a unas elecciones y restablezca la democracia.
Es un grave error asumir que en el nivel de destrucción e indefensión en que se encuentra el país un gobierno democrático podría hacerle frente a las estructuras militares y financieras del chavismo desplazado del poder con la intención de retomarlo “democráticamente”. Sería un gobierno tan ingenuo como breve.
Aunque parezca políticamente incorrecto decirlo, en realidad la única forma de reconstruir la república y liquidar a las mafias chavistas es mediante un gobierno civil y militar que ponga orden en el país y no sucumba ante el fetichismo democrático mientras se repara el tejido social y las instituciones que han sido destruidas, no para regresar al esquema de una democracia clientelar de partidos, sino para ir hacia una república de ciudadanos libres.

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