No, no me refiero a la inmunidad parlamentaria que violaron los militares el 25 de junio cuando llegaron los diputados de su visita a la OEA.
En teoría Henry Ramos como Presidente de la Asamblea Nacional y todos los diputados electos tienen inmunidad parlamentaria.
En la Constitución venezolana, la inmunidad parlamentaria está consagrada en el artículo 200: "Los diputados o diputadas a la Asamblea Nacional gozarán de inmunidad en el ejercicio de sus funciones desde su proclamación hasta la conclusión de su mandato o la renuncia del mismo".
Esto significa que, al menos en teoría, los diputados están protegidos en el ejercicio de sus funciones y solo se podría allanar su inmunidad mediante un procedimiento especial.
Pero eso es en teoría.
En la práctica ninguno de los operadores civiles o militares del régimen respeta la inmunidad parlamentaria de los diputados de la oposición.
Hay diputados presos, suspendidos, vejados por las fuerzas militares por citar algunos ejemplos de violaciones.
La inmunidad de Henry Ramos era más o menos parecida a la del resto de los diputados. Una especie de capitis deminutio romana que los pone como diputados sin fuero.
El Presidente de la Asamblea Nacional también ha sido víctima del hostigamiento oficial y de las amenazas de ir a la cárcel como otros.
Nicolás Maduro incluso amenazó con llevar a la cárcel a Henry Ramos si este se atrevía a asistir a la OEA a denunciar la grave crisis venezolana.
Dijeron que lo enjuiciarian por traición a la patria.
Desde este punto punto de vista Ramos ha podido correr con la misma suerte que otros diputados.
Pero pareciera que a partir del 23 de junio Henry Ramos ha adquirido un nuevo estatus de inmunidad.
No se trata de la inmunidad parlamentaria caricaturesca que esta escrita en la Constitución.
Esta nueva inmunidad deriva de haber logrado viajar a la OEA, entrevistarse con Almagro y ser el portavoz internacional de la crisis política y social que vive Venezuela.
Esto lanzó las miradas de toda la comunidad internacional no solo sobre los hechos sino también sobre el portador del mensaje. Todo lo cual le otorga un reconocimiento como uno de los portavoces oficiales de la oposición política venezolana y además cabeza de uno de los poderes públicos constituidos.
En otras circunstancias esto debería ser sobreentendido, pero no en el caso de Venezuela donde la dictadura vulnera el estado de derecho a su antojo.
A partir de ahora es prácticamente imposible que el régimen pueda encarcelar a Henry Ramos sin desatar, virtualmente, una crisis política internacional.
No podría explicar la dictadura venezolana que el Presidente de su parlamento sea enjuiciado, por la razón que sea.
No, después de haber denunciado la bancarrota del estado de derecho en Venezuela.
Podemos vaticinar que el régimen continuará con su guerra verbal para desacreditar al Presidente de la Asamblea Nacional, pero no se atreverá a incoar ninguna acción judicial en su contra.
Ramos, que es un político veterano y sabedor de su nuevo estatus, no se inmuto en ripostarle a los militares que le revisaron su equipaje en el Aeropuerto de Caracas a su llegada de la OEA que “la bolas las tenían de adorno…”
Para elementos como el General Reverol y Padrino López acostumbrados a reacciones muy hormonales esto sería una afrenta al honor militar que debe ser vengada.
Henry Ramos usó la metáfora de las bolas de adorno para explicar que la posición afeminada y de postración de estos militares al régimen era una total verguenza.
Por palabras menos duras ya Padrino López había amenazado al Presidente de la Asamblea Nacional con llevarlo a los tribunales del gobierno para ser condenado.
Pero no sera asi.
Esta vez los militares postrados al régimen tendrán que quedarse con su mote de afeminados porque aunque les duela Henry Ramos tiene una nueva estatura política que lo protege de ciertas prácticas del régimen como el terrorismo judicial.
Por supuesto, esta nueva inmunidad que adquiere Henry Ramos será mucho más útil que para recordarle a los militares enchufados que tienen las bolas de adorno.
Esta nueva inmunidad le permitirá al Presidente de la Asamblea Nacional actuar con más libertad a la hora de caracterizar y denunciar los atropellos del régimen sin que el gobierno pueda actuar directamente contra el.
Este nuevo estatus parece más efectivo que la letra muerta del artículo 200 de la Constitución.-
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