Bien temprano en la campaña electoral que culminó con el fraude del 28 de julio María Corina Machado acuño dos frases que vencieron el escepticismo de millones de venezolanos renuentes a votar bajo la tiranía chavista, otra vez. Machado aseguraba con certeza y vehemencia que esta vez “ganamos y cobramos” y vamos “...hasta el final”.
Esas
frases fueron un intento serio para disipar las dudas de quienes habían votado
decenas de veces para toparse con que el sistema electoral chavista torcía el
voto y siempre ponía a ganar al candidato del régimen.
Las
frases también revelan que María Corina Machado siempre estuvo consciente de
que para arrebatarle el poder al chavismo los votos no son suficientes. En
cualquier régimen político democrático es innecesario hablar de ganar y cobrar
porque se sobreentiende que todo aquel que gana cobra sin mayores problemas y
es reconocido por el que pierde.
Ciertamente,
ese no es el caso del régimen chavista cuyos voceros han prometido que jamás
entregarán el poder, ni por las buenas ni por las malas. En esta constatación
es que siempre hemos basado nuestro rechazo a votar sin condiciones ni
garantías. No pocos han caído en la ingenuidad de asegurar que una avalancha de
votos en contra de Nicolás Maduro habría sido suficiente para que el chavismo
entregara el poder.
Una
vez llegado el 28 de julio se ha podido comprobar que el chavismo no entrega el
poder civilmente, por las buenas, sino que además ha escogido la peor forma, la
más grotesca, para hacerlo.
El
problema que se plantea para resolver la actual crisis política es que no
existen en Venezuela instituciones que puedan tramitar y resolver conforme a
derecho y justicia las denuncias de fraude electoral. Habría que acudir al CNE
o al TSJ ambos de indudable filiación chavista y esperar con toda certeza una
decisión favorable al régimen y justificando el fraude.
Hay
quienes proponen presentar toda la documentación del fraude ante instancias
internacionales y países para dejar en evidencia al régimen. Esto tendría un
alcance limitado, casi simbólico que no iría más lejos que unas condenas
diplomáticas y en el mejor de los casos alguna suerte de embargo comercial con
el cual el régimen ya ha demostrado que puede lidiar.
Las
formas de ganar y cobrar, dentro de la camisa de fuerza legal que el chavismo
le impone a la oposición, son muy limitadas, casi inexistentes. Mientras tanto
el tiempo va pasando con el riesgo de que la protesta se ahogue por la
superioridad militar que tiene el régimen.
En realidad,
la única forma de cobrar en tiranía son vías de hecho que desafíen en forma
abierta la pseudo legalidad en este caso del régimen chavista. Una rebelión
cívico militar con un plan insurreccional es la única forma de cobrar en las
actuales condiciones.
Dicho esto
también diremos que no estamos de acuerdo con protestas espontáneas e
improvisadas alentadas por el mito de un pueblo que tumba gobiernos. Turbas y barricadas no tumban gobiernos.
Civiles y militares coordinados sí, como históricamente se ha demostrado.
La actual
dirigencia opositora y la propia María Corina Machado se debaten en este
momento entre la tesis de insistir en todos los medios pacíficos para que el
chavismo entre en razón y entregue el poder. O caer en la tentación del
espontaneismo, el voluntarismo y la improvisación. Ambos extremos, peligrosos e
inconvenientes, podrían ser corregidos con la conformación de una dirección
política que tenga la claridad de orientar la lucha en esta coyuntura. A esta
dirección le correspondería la tarea de agotar todos los esfuerzos para
completar el factor militar indispensable en la ecuación que permita cambiar la
correlación de fuerzas. Este factor no se podría completar plenamente sin una
participación cualitativa y cuantitativa significativa de componentes militares
de la actual FANB. Se trata de una dinámica muy difícil y compleja por la
imposibilidad material que hoy existe para comunicarse con militares activos.
El punto
central de esta tesis es que sin una rebelión cívico militar es prácticamente
imposible cobrar un triunfo electoral en tiranía. Y con el chavismo menos.- @humbertotweets
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