Venezuela hoy, dos décadas después de que Hugo Chávez tomara el poder, está en su peor momento. De hecho hay muchos bienes y servicios que ya no están disponibles para los venezolanos. Pero no solo eso, el desempleo brutal, resultado del desmantelamiento de la economía y la industria, ha arrastrado a millones de venezolanos a vivir en un estado permanente de mendicidad. Estos son niveles de pobreza, miseria y depauperación jamás conocidos en la época de la democracia de partidos, régimen político que con todos sus defectos sostuvo un sistema de capitalismo de estado más o menos eficiente. Sin duda, mucho mejor a la barbarie que sufrimos hoy.
Sin
embargo, los magos del chavismo y sus colaboradores se las han ingeniado para
propagar la tesis según la cual Venezuela estaría en un proceso de recuperación
económica. Hablar de recuperación económica en un país cuya economía está
colapsada y donde la mayoría de su población activa tiene que escarbar en la
basura para encontrar comida es…hablar de un verdadero milagro. Cómo se puede
hablar de recuperación en un país cuya industria está prácticamente destruida,
que ha perdido su capacidad para exportar petróleo, donde el gran suplidor de
empleo y dinero sigue siendo el gobierno pero esto solo alcanza a las
clientelas chavistas y deja por fuera al 90% de los venezolanos.
Pareciera
que el dinero, el empleo y los contratos que directa e indirectamente pone el
gobierno en la calle solo le llega a un universo que no sería superior a las
800.000 o máximo al millón de personas. El resto de los venezolanos, de los 28
millones, quedaría por fuera de esa burbuja de bondades y beneficios. En otras
palabras, alrededor del 3% de venezolanos que están enchufados directa e
indirectamente al régimen chavista tendrían el acceso a dólares y privilegios
para hacer negocios y llevar una vida normal en Venezuela refugiados en la
torre de marfil chavista.
Este
3% de venezolanos es el que puede mostrar una actividad económica más o menos
estable en forma de bodegones, restaurantes, distribuidoras de alimentos,
ventas de vehículos, ventas de electrónicos y electrodomésticos, etc. Solo una
finita mayoría de este 3% podría explicar el origen histórico de sus recursos,
la gran mayoría son nuevos ricos chavistas con fortunas y conexiones logradas
en los últimos veinte años. Quienes reciben contratos y asignaciones en forma
directa del régimen chavista son ampliamente conocidos como los Boliburgueses y
los Bolichicos quienes además han incursionado en el próspero negocio de la
banca bajo la protección del chavismo.
Se
hace evidente la contradicción entre el 3% de quienes están conectados al
circuito económico del régimen y el 97% de quienes materialmente están al
margen de esa economía y cuyo destino se resuelve en la supervivencia del día a
día. La proliferación de restaurantes de comida costosa cuya capacidad está a
reventar, la multiplicación de distribuidores de carros de lujo cuya flota ya
está vendida, y la abundancia de bienes y servicios todos pagados en dólares
son signos de una brecha profunda entre la Venezuela que vive en la burbuja de la
economía chavista y la Venezuela que se desangra fuera de ella.
Habría
que preguntarse si la actividad económica de ese 3% es suficiente para mover a
una economía de 28 millones de habitantes. Incluso habría que preguntarse si
ese 3% tiene la capacidad de poner en circulación grandes masas de dinero que
de alguna forma impacten la economía. Es difícil determinarlo justamente porque
uno de los problemas graves que tenemos en Venezuela es la ausencia de cifras
confiables e indicadores de la economía. Para poder alimentar campañas como la
supuesta recuperación económica de Venezuela el régimen chavista tiene que
apelar a la mentira y para eso es esencial no disponer de cifras y números que
permitan medir la economía.
Basados
en el simple y sencillo método de la observación podemos constatar que hay
millones de venezolanos que hoy no forman parte del circuito de la economía
formal porque están desempleados y no están en condiciones de generar ingresos
para llevar una vida digna. Estos venezolanos que representan un 97% de la
población no son el mercado para los bienes y servicios generados por el otro
3% sencillamente porque no tienen los recursos. Pero, si esto es cierto,
entonces ¿de dónde salen esas cuantiosas masas de dinero que permiten financiar
a la nueva burguesía chavista en país con una industria y una economía semi
destruidas? Lo más probable es que estemos frente a una gigantesca operación de
lavado de dólares orquestada por el propio régimen chavista.
Se
equivoca quien crea que el colapso económico de Venezuela es una consecuencia
no buscada por el chavismo. El régimen chavista desde un principio lo ha tenido
todo para construir un capitalismo de estado pujante financiado por el petróleo
y reforzado con alianzas internacionales con países como China, Rusia e Irán.
Pero eso no fue lo que busco el chavismo ni es lo que busca ahora porque el
colapso político y económico de Venezuela es por diseño una pieza fundamental
del chavismo para sostenerse el poder.
El
caos social y político fomentado por el chavismo encaja perfectamente con el
colapso económico también deliberado cuando, por ejemplo, en tiempos de Rafael Ramírez,
bajo las órdenes de Hugo Chávez, destruyó a PDVSA la industria más importante
para el Estado venezolano. El colapso económico de Venezuela la convierte al
mismo tiempo en un santuario para el lavado de divisas y permite el flujo libre
de capitales de la corrupción y el narcotráfico sin ningún control.
La burocracia que opera en el Estado
chavista solo tiene dos prioridades: Mantenerse en el poder al precio que sea y
lavar dólares a gran escala para enriquecerse y enriquecer a los suyos. Sin el
componente del masivo narcolavado sería imposible explicar el milagro económico
chavista en una Venezuela donde a pesar de estar hundida en la miseria se puede
comprar el último modelo de cualquier carro de lujo, por supuesto, luego de
pasar por una larga lista de espera porque el inventario está agotado.- @humbertotweets
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