El diferendo entre Venezuela y Guyana por el control material del Esequibo nos lanza a los venezolanos de bruces sobre nuestra propia miserable realidad. Mientras el chavismo depredador se empeña en destruir lo que queda de Venezuela la falsa oposición se atornilla a la visión fantasmagórica de un gobierno interino que solo ha servido para la corrupción.
Mientras tanto
en el mundo de la política realmente existente avanza aceleradamente una estrategia
que de perpetrarse dejará como resultado la mutilación o el desmembramiento del
Esequibo del territorio venezolano para entregárselo definitivamente a Guyana.
La
confrontación con Guyana por el reclamo del Esequibo nos sorprende a los
venezolanos en el momento de mayor debilidad de nuestra nación. Nada podría ser
peor que tener que escoger nuestro destino entre el chavismo y la falsa
oposición, ambos caracterizados por la
más absoluta falta de patriotismo a la hora de defender la integridad
territorial de Venezuela.
Y esta
debilidad se pone de manifiesto en las implicaciones internacionales del
conflicto aparente que hay entre el régimen chavista y la falsa oposición
(aparente, porque entre ellos sólo hay diferencias de forma que siempre son
resueltas mediante negociaciones).
Los países que
dan su apoyo protocolar y retórico al interinato de Juan Guaidó son los mismos
que ofrecen un decidido apoyo a Guyana en sus pretensiones de arrebatarle a
Venezuela sus derechos soberanos sobre el Esequibo. En una postura triangular
estos países desconocen al gobierno de Nicolás Maduro, reconocen los derechos
de Guyana sobre el Esequibo y a su vez reconocen a Juan Guaidó como presidente
de Venezuela.
Un ejemplo de
esta política triangular es el grupo de Lima del cual es miembro Guyana, que
apoya al gobierno de Guaidó y la posición de Guyana al mismo tiempo. Esto le
concede a Guyana la ventaja de reconocer al gobierno de Nicolás Maduro ante la
Corte Internacional de Justicia y al de Juan Guaidó ante la OEA sin que nadie
les pida una explicación por esa evidente contradicción.
La gravedad de
esta tragicomedia es que el chavismo controla el territorio y es reconocido
ante la CIJ, pero no se hace parte del proceso jurisdiccional ante ella; el
interinato de Guaidó no es reconocido como gobierno ante la CIJ y solo produce
resoluciones contradictorias sobre la materia que ningún país toma en serio; y
Guyana, por su parte, se da el lujo de
escoger con qué gobierno se quiere entender dependiendo del escenario y de sus
intereses.
En este
sentido es indudable que el apoyo internacional a la burocracia de Guaidó le ha
salido extremadamente cara a la nación venezolana porque se ha traducido al
mismo tiempo en una política de afianzar las pretensiones de Guyana sin que el
interinato de Guaidó pueda levantar mucho la voz a riesgo de que los saquen de
las sala de reuniones virtuales de la OEA.
La
intervención del representante de Guaidó ante la OEA Gustavo Tarre Briceño en
la última sesión del Consejo Permanente fue patética y vergonzosa por decir lo
menos. Tarre Briceño hace una defensa concreta y diligente de la burocracia a
la que pertenece y la cual le beneficia en lugar de haber aprovechado esa
oportunidad para defender los intereses de la nación venezolana y enfrentar las
pretensiones de Guyana de judicializar el conflicto que evidentemente
desfavorece los intereses de Venezuela.
Suponiendo que
Tarre Briceño representa a un gobierno que actúa en nombre de la nación
venezolana (solo como una suposición) él ha debido rechazar categóricamente que
el Consejo Permanente de la OEA y cualquier otra instancia internacional como
la CIJ se ocupen del tema limítrofe
entre Venezuela y Guyana que según el Acuerdo de Ginebra debería ser resuelto bilateralmente por ambos países.
No menos patética es la declaración oficial de la Secretaría General de la OEA tomando
partido abiertamente por Guyana afirmando en un comunicado oficial, avalado por
Tarre Briceño, que “La resolución de la disputa territorial entre Venezuela y
Guyana es un asunto de jurisdicción internacional…”
Si se examinan
las declaraciones de los cancilleres del Grupo de Lima y las de otros países
que apoyan a la posición de Guyana y al interinato de Guaidó parece existir
consenso en que la CIJ fallara en favor de Guyana y eventualmente el Esequibo
le será amputado a Venezuela. Y mientras Venezuela esté a merced de chavistas y
falsos opositores parece que así será.
Es
prácticamente imposible enfrentar en forma eficiente y victoriosa a Guyana
mientras no hayamos resuelto nuestros graves conflictos internos que incluso
amenazan con hacernos desaparecer. Decir esto no es darle argumentos a Guyana
como sugieren algunos que también viven en la fantasía de esperar por un gran
acuerdo nacional que ponga a un lado las “diferencia políticas” y nos una a
todos los venezolanos en un mezclote con los mismos que han vendido la patria
para, ahora sí, tomarnos de las manos, cantar armónicamente en coro y
defenderla.
La realidad es
que hoy estamos emboscados y no hay atajos. Los venezolanos tenemos que primero
ajustar cuentas con nuestra historia y nuestros verdugos para establecer un
genuino régimen patriota nacionalista y republicano. Solo entonces, como una
nación unida, estaremos en condiciones
morales y materiales de retomar lo que Guyana nos haya arrebatado.- @humbertotweets
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