Aunque
los gobiernos no lo admitan públicamente el efecto de las sanciones
internacionales contra el régimen de Venezuela tienen una efectividad limitada,
pero sin duda no son suficientes para provocar la ruptura que se quiere. Hasta
ahora las sanciones han consistido en la limitación a miembros connotados del
régimen de su capacidad para hacer transacciones financieras en determinados
países. Allí cayeron civiles y militares del gobierno. Pero hasta ahora estas
medidas no han alcanzado a sus familiares y relacionados lo que aumentaría aún
más la presión.
En
una primera lectura el objetivo sería aplicar una presión externa sobre
operadores específicos del régimen que provoque una crisis interna y los
obligue a abandonar el poder. Esta, digamos, es una interpretación desprevenida
que no toma en cuenta que en 19 años en el poder el chavismo-madurismo ha
acumulado tanto dinero y recursos que estaría, literalmente, preparado para
resistir periodos prolongados de aislamiento. No es el caso, por supuesto, del
resto de la población venezolana sometida a privaciones de medicinas y comida.
Es
muy poco probable que como resultado de estas y nuevas medidas que se hagan
extensivas a otros miembros del gobierno esto provoque un ablandamiento de la
posición del régimen de Maduro o su renuncia al poder. Lo que parece estar
subyacente son discretos pero intensos esfuerzos diplomáticos para lograr un
acuerdo mínimo entre países que permita organizar una fuerza multinacional
militar para intervenir en Venezuela y deponer la tiranía.
Validando
la tesis de que los estados no tienen amigos sino intereses se puede inferir
que no es tanto la preocupación por la crisis interna de Venezuela como sus
repercusiones en los países vecinos y en todo el hemisferio. Se trata de la
cada día mas firme convicción en los países que el problema de Venezuela hace
tiempo dejó de ser un problema exclusivamente de los venezolanos para
convertirse en un grave problema para toda la región.
Los
diseños que se han ofrecido hasta ahora en formas de medidas humanitarias para
atender a los venezolanos que huyen de Venezuela y la idea misma de una ayuda
humanitaria obligada para meter a la fuerza medicina y comida en Venezuela son
absolutamente insuficientes para resolver el problema de fondo. Estas medidas
se quedan a menos de la mitad del camino sin abordar soluciones efectivas y
definitivas como lo sería el derrocamiento del régimen.
El
convencimiento de que no es posible contar con el apoyo institucional de las
FANB para liberar a Venezuela de la tiranía es lo que ha creado una tendencia
importante en la sociedad venezolana que pide ayuda militar externa para
enfrentar al régimen. Y en la medida en que pasan los días y se agudiza la
crisis y se degrada las condiciones de vida en Venezuela esa tendencia crece al
tiempo que la gente descarta la vía electoral para salir de esto.
Las
sanciones contra jerarcas del régimen y otras que podrían venir contra el mismo
estado chavista hay que verlas como un contexto necesario para acciones más
severas como la intervención militar internacional por razones humanitarias.
Una acción de esta naturaleza es compleja y requiere no solo de un acuerdo
entre los países participantes sino además de un plan para no dejar al país en
un caos peor al que ya existía.
Ha
sido un avance extraordinario en los últimos dos años que la comunidad
internacional se haya movido de una posición inicial de indiferencia a una más
decidida que aplica sanciones al régimen, no reconoce el fraude electoral y
deja abiertas todas las opciones para Venezuela, incluida la militar. Desde
esta óptica las sanciones se pueden interpretar como el inicio de un proceso
que inevitablemente terminará con una intervención militar internacional para
poner fin al régimen chavista madurista. De hecho la intervención ya comenzó y
su desarrollo es solo cuestión de tiempo. @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario