Millones de venezolanos nos preguntamos qué pasó después del
16 de julio, que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cambió de estrategia
como cambiar de franela. Hasta ese día la agenda era la renovación del TSJ y el
CNE, la conformación de un gobierno de unidad nacional y la convocatoria a
elecciones libres. Además, se trataba de una agenda refrendada por millones de ciudadanos. Sin
embargo, por razones que aún no están claras —en forma oscura y sospechosa—
voceros de la MUD mandaron recado vía redes sociales de que ahora la línea es
participar en la elección de gobernadores. Sin más explicación.
En los días siguientes, la MUD se vería obligada a fabricar
un discurso para tratar de explicar una línea política que no todos apoyan y
muy pocos entienden. Justificar cómo es que votar en dictadura no es una forma
de legitimar y aceptar los designios de la Asamblea Constituyente fraudulenta,
ha entrampado a la MUD. La retórica a sus seguidores va desde la oferta de sexo
gratis (Bocaranda, dixit), pasando
por amenazas de linchamiento político, y llegando hasta calificativos de
cretinismo político (Mires, dixit)
para quien se atreva a contradecir la orden del G4 de la MUD.
Los políticos astutos de la MUD saben que ir a las
elecciones de gobernadores tiene un alto costo político, que tampoco están
dispuestos a asumir. Por eso, hábilmente, tratan de diluir su responsabilidad
arrastrándonos a todos en su error. Con habitual pescueceo, y en forma socarrona, dicen que si los opositores no
votan se pierden las elecciones. En otras palabras, una eventual derrota
electoral sería culpa de los opositores que no votaron; no culpa de quienes
tomaron una decisión que más se parece a un lance de dados para que el azar
decida el futuro de Venezuela.
La única forma de sacarle algo de ganancia a esta azarosa
jugada de la MUD es culpando desde ya a la abstención de un posible revés electoral, y exculpando por
anticipado al CNE del masivo fraude electoral para producir un resultado a la
medida de la dictadura. Sabemos de los detalles del fraude electoral porque los
propios técnicos de la MUD, en forma enjundiosa, nos han ilustrado al respecto.
Han hecho una larga lista de todas las irregularidades y mecanismos que
permiten cambiar el resultado electoral; pero aun así y sin exigir ningún tipo
de garantías, la MUD acepta la situación y nos pide votar.
Ante la disyuntiva de responsabilizar a la dictadura del
fraude o culpar a la abstención de un revés electoral, la MUD prefirió lo
segundo. En lugar de razonar su posición política o asumir la responsabilidad
de su error, la MUD decide linchar moralmente a quienes legítimamente vemos en
la abstención una forma de votar contra la dictadura. El discurso típicamente
fascista que amenaza con marcar a quienes llamen a la abstención, copia el tono
y estilo del chavismo más soberbio y primitivo.
Al llamar a votar en forma apresurada e improvisada, y
centrar toda su campaña contra la abstención, la MUD no hace otra cosa que
trabajar para los intereses del gobierno en legitimar y justificar un sistema
electoral basado en el fraude. Al tratar de defender un resultado nominal
favorable en las elecciones del 15 de octubre —cualquiera que éste sea— la MUD
se verá precisada a defender ese sistema político y electoral en su conjunto.
Satanizar la abstención opositora y convivir con el fraude
electoral es el preámbulo de una cohabitación política mas formal y menos discreta
entre la dictadura y la oposición oficial.
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