Lo que había
sido un pequeño entramado para la corrupción, viviendo de las concesiones
otorgadas por el régimen chavista, se transformó en una inmensa agencia de
lobby político y financiero a partir de enero de 2020. La influencia del
llamado gobierno interino cambió desde el minuto en que Donald Trump le levantó
la mano a Juan Guaidó y lo presentó el día del Estado de la Unión.
De ser un
aventurero de la política, como su ventrílocuo Leopoldo López, sin criterio
político y con ansias de figurar pasó a ser percibido por la llamada comunidad
internacional como el legítimo vocero de Venezuela. Este reconocimiento les
facilita a los operadores del interinato, fieles cuentadantes de la familia López,
ilimitado acceso a los dineros de la ayuda humanitaria donada por varios países
y a los codiciados activos de Venezuela en el exterior cuyo control es
disputado a los no menos corruptos del régimen chavista.
Levantarle la
mano a Juan Guaidó confirma el pragmatismo de la política exterior
norteamericana en la búsqueda de las vías expeditas para salir del régimen
chavista en Venezuela. Lamentablemente toda la información y los análisis
presentados al presidente Donald Trump sobre Venezuela han sido contaminados
desde su origen.
Los
funcionarios norteamericanos encargados de informarse y tratar de entender la
situación de Venezuela se conformaron con conversaciones de pasillo sostenidas
con gente vinculada a Voluntad Popular donde se distorsionaba la realidad y se
creaban expectativas de un levantamiento militar de elementos chavistas con un
supuesto apoyo popular. Este tipo de ligereza llevó a errores de juicio y
criterio como la aventura del 30 de abril de 2019.
Tesis como la
presentada por Mike Pompeo de proponer un gobierno de transición a seis meses
luego de una hipotética remoción de Nicolás Maduro del poder sólo parecen ser
calcadas de los memorándum internos de Voluntad Popular. El uso de palabras y
cronogramas idénticos no puede ser casual.
Los
funcionarios designados por Trump para atender el tema Venezuela no han hecho
debidamente su tarea. Empezando por Bolton, pasando por Pompeo, Abrams, Kozak
hasta Story se han limitado a repetir las fórmulas fracasadas que salen de las
salas del interinato y Voluntad Popular siempre empujando la tesis de
negociación y elecciones. Habrían logrado mucho más en menos tiempo de haber
empleado sus habilidades e inteligencias investigando y constatando que la
oposición que ellos alientan no es más que el otro socio corrupto del régimen
chavista.
Es posible que
Trump ya haya llegado a esa conclusión antes que sus funcionarios y por eso
haya marcado distancia con Juan Guaidó en una de sus visitas al Comando Sur en
Miami. Sin embargo, diversas instancias de la administración Trump siguen
reconociendo a Guaidó atendiendo las señales que envía el departamento de
estado.
También varios
voceros del estado norteamericano como el propio jefe del Comando Sur Craig
Faller han dicho que Estados Unidos está preparado para apoyar militarmente al
interinato de Guaidó. Por supuesto el tema de la intervención militar
internacional en Venezuela liderada por los EEUU es convenientemente silenciado
por el interinato de Guaidó, quizás por temor a que Estados Unidos acepte la
solicitud.
Todo esto
ocurre a dos semanas de las elecciones
presidenciales en USA y con muy poca o ninguna expectativa de que el gobierno
de Trump haga cambios en su política frente a Venezuela. Trabajando con el triunfo de Trump como la
hipótesis más probable se puede anticipar un cambio en su política exterior
dirigida a Venezuela. Es previsible un endurecimiento de las sanciones contra
el régimen chavista y algunas acciones militares “quirúrgicas” para neutralizar
operadores vinculados al narcotráfico con los inevitables reacomodos dentro del
estado chavista que esto podría traer.
También es muy
probable que Trump presente nuevas caras que asuman esa política y además
busque sincerar las relaciones con el interinato de la falsa oposición en esta
nueva etapa que comienza en Enero de 2021. La inevitabilidad de esos cambios es
lo único que podría explicar por qué hoy Guaidó le saca el cuerpo a Trump y su
grupo ahora esta embarcado en una campaña frenética y desesperada para ayudar
precisamente al candidato que no sólo no apoya una intervención militar en
Venezuela sino que restablecería inmediatamente relaciones con el régimen
chavista, el demócrata Joe Biden.- @humbertotweets
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