Quienes el año pasado aseguramos con
vehemencia que el 10 de Enero de 2019 no pasaría nada en Venezuela nos
equivocamos. Y es que cuando uno cree que la crisis política que vive Venezuela
está tocando fondo siempre aparece una fosa más cavernosa y profunda que la
anterior. Este nuevo nivel de tragedia nos recuerda que la capacidad que tienen
los politiqueros del régimen y de la falsa oposición para engañar siempre será
infinita.
El 10 de enero de 2019 no sólo faltó
la fuerza política y militar para sacar a Nicolás Maduro del poder, sino que la
falsa oposición alentada por el régimen ha desatado una nueva campaña para
revivir las inviables tesis de una transición pacífica y negociada en
Venezuela. Tanto el régimen chavista como la falsa oposición se alimentan de lo
único y lo último que queda en el alma de los venezolanos: La esperanza.
Pero la droga que inyectan es la
esperanza falsa de un cambio de gobierno manteniendo intacta las bases
políticas y militares del régimen chavista. Pero el oportunismo y la cobardía
de la falsa oposición han ido incluso mucho más lejos en su postramiento ante
el régimen. La MUD desde una posición de absoluta precariedad ha ofrecido en
reiteradas oportunidades inmunidades y amnistías para los militares y
operadores políticos que cambien de bando.
El régimen y sus operadores se
frotan las manos y hasta agradecen el gesto aunque la oferta no sea tomada en
serio por nadie por carecer de la fuerza para ser ejecutada. Pero el régimen le
hace el juego a la comedia montada por la falsa oposición desde la Asamblea
Nacional porque sabe perfectamente que cualquier solución basada en las
fórmulas contenidas en la Constitución chavista de 1999 siempre será una
victoria para para el chavismo que ve así extendida hacia el infinito su
permanencia en el poder.
El debate sobre si Nicolás Maduro
usurpa el poder a partir del 10 de Enero de 2019 es irrelevante. La discusión
sobre el papel de Juan Guaidó como presunto presidente de Venezuela es aún
menos importante. En ambos casos tanto el régimen como la falsa oposición nos
quieren llevar a la guillotina de encontrar una solución dentro de la
Constitución chavista de 1999 reconociendo su vigencia.
El problema no es si Maduro usurpa
la presidencia, ni si Guaidó puede asumir o no como presidente por encargo. El
asunto de fondo es el desconocimiento de las Constitución chavista de 1999 y el
derrocamiento del régimen político instaurado en Venezuela desde entonces. Para
hacer esto no se puede contar con la falsa oposición caracterizada por su
legendaria cobardía y oportunismo. Tampoco con militares que se arrastran ante
las migajas que les lanza el régimen.
Tal como lo apuntó con precisión el
Presidente de Brasil Jair Bolsonaro, dentro de Venezuela no hay la fuerza
interna para sacar del poder al régimen chavista. Esto sólo podría lograrlo una
fuerza militar internacional que entre al territorio en auxilio del pueblo
venezolano. Las soluciones diplomáticas y negociadoras para buscar una
transición fracasarán al probarse una vez más que solo lograrán extender la
vida del moribundo régimen.
Ni Maduro, ni Guaidó, porque ambos
representan el estado chavista y su pseudo legalidad que hay que destruir. Solo
una intervención militar internacional que provoque una ruptura con el régimen
político podrá establecer en Venezuela una República de leyes y de ciudadanos
libres. Lo opuesto a esto es continuar con la farsa que ha desangrado al país y
ya cumple dos décadas.- @humbertotweets
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