domingo, 14 de junio de 2020

El TIAR no llegará más lejos que la OEA

     Algunos políticos venezolanos han tratado de desmarcarse de la falsa oposición (MUD-FA) en la retórica del discurso, pero aún son prisioneros de las formas pseudo legales que benefician por igual al narcoregimen chavista y a la posición cohabitadora. Es el caso de María Corina Machado y Antonio Ledezma que, a diferencia de la ambigüedad de la falsa oposición, han encontrado en la invocación al TIAR la fórmula de fuerza que teóricamente podría librar a Venezuela de las garras del chavismo.
     El TIAR es el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca firmado en Río de Janeiro en 1947 concebido como un pacto de defensa mutua de los países firmantes. El artículo 3.1 del pacto dice: “...un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, (...)” El pacto igualmente establece un órgano de consulta conformado por los ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas con la facultad de acordar el uso de la fuerza que además “...adoptará sus decisiones por el voto de los dos tercios de los Estados signatarios que hayan ratificado el Tratado.”, según indica su artículo 17.
El TIAR no es más que otra instancia diplomática similar a la OEA. De hecho países miembros de la OEA son parte del TIAR. Poner la decisión de la intervención militar internacional en Venezuela en manos de los ministros de Relaciones exteriores de países signatarios del TIAR-OEA es una expresión de ignorancia o cinismo.
     O bien se desconoce el balance histórico que prueba la más absoluta inutilidad del TIAR para el propósito que fue creado o a sabiendas de su inutilidad se invoca para dar la sensación que se apoya una intervención militar con la certeza que esta nunca ocurrirá.
     Ni siquiera en el conflicto de Las Malvinas donde se materializaron con claridad las previsiones teóricas del acuerdo (un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado Americano) se pudo activar el TIAR. Estados Unidos, Colombia y Chile, cada uno por separado, argumentaron diversos legalismos para salirse del mentado pacto.
     Y esto no debe escandalizar porque lo que gobierna las decisiones políticas y militares de los estados son sus intereses y la dialéctica de imperios. Desde el punto de vista de la realidad material un pacto como el TIAR jamás tendrá más eficacia que los intereses particulares de sus estados miembros, aunque se trate de uno solo de ellos. Esperar lo contrario es un simple ejercicio de fantasía.
     En el supuesto que algún día el consejo de consulta del TIAR se reúna para considerar el caso de Venezuela este sería tan solo el inicio de largas e interminables discusiones para resolver si se está frente a un acto de agresión externa contra un estado signatario o no. El debate se diluiría entre eufemismos y galimatías jurídicos para eventualmente llegar a una votación que sería decidida por los dos tercios de los países firmantes. Un proceso que podría tardar años para llegar a la nada, tal como ha ocurrido con la OEA. Y mientras tanto la disolución de la república seguiría su curso.
     Si esto se conoce y se entiende entonces es un acto de cinismo -¿oportunismo?- por parte de quienes aun comprendiendo la inutilidad práctica del TIAR lo invocan como “la salida de fuerza” apropiada para la crisis de Venezuela. Son los mismos que intentan un malabarismo retórico al hablar de una “intervención humanitaria’ de la mano de la OEA, la ONU, y el grupo de Lima. El sustantivo “intervención” se usa para hacer creer que se trata de una acción militar, aunque en el fondo no lo sea. El sustantivo “humanitaria” sería el neutralizador de la intervención militar internacional que al ser humanitaria tendría que ser de la mano de instancias y protocolos internacionales cuyos mecanismos están diseñados para esterilizarla y que esta nunca ocurra.
     La sola invocación del TIAR al ser asociada a una salida de fuerza, aunque sea una fórmula ineficaz, les podría rendir temporalmente beneficios a sus defensores quienes aspiran a desmarcarse de la falsa oposición con un discurso en apariencia radical. Pero más allá de la ignorancia o el cinismo la realidad es el resultado de inescapables dinámicas geopolíticas que no dependen de las intenciones o los buenos deseos.
     Lo real es que estamos frente al proceso de disolución de la República de Venezuela el cual impactará negativamente a países como Brasil, Colombia y los Estados Unidos. Y estos países se verán obligados a intervenir militarmente, no por razones humanitarias, sino en defensa de sus propios intereses y a pesar de instancias disolventes como el TIAR y la OEA. El alineamiento de esos intereses con los de quienes luchamos por defender la integridad de la república es lo que deberíamos comenzar a discutir. Todo lo demás es pura metafísica.- 
@humbertotweets

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